Hay mucho ruido en la calle. Son una pocas cuadras pero hay que caminarlas. Las manos en los bolsillos, y cuando llegás, la llamada está perdida.
Dos para cenar y nada que hacer al otro día. Platos sin lavar y ganas de olvidarse de uno mismo. La confianza no siempre está bien depositada.
Historias desconocidas, historias inventadas, ambiciones compartidas entre candidatos. La pelea puede unir o separar, pero no hay quien la esquive. Los chicos crecen y también los problemas.
Nada puede llegar a ser si no hay ese empecinamiento del ser, ese empeño en cumplir un destino. Perder no es tan duro como renunciar.
Renunciar es la única forma de volver.
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