jueves, 19 de marzo de 2020

Adivinar

Todos podemos ser Nostradamus, con un poco de práctica. Hay que empezar con algo simple, como elegir la llave con los ojos cerrados. Embocás la llave y no gira ¿Es otra, o sólo está al revés? Con razón decía Piaget que el espacio era diferente para los no videntes. Por más que los psicólogos del paradigma del procesamiento de información se obstinen con su filosofía empirista, todo lo percibido es una proyección, una verdadera alucinación de la mente.
La única diferencia entre la percepción y la imaginación es la mayor fuerza de la primera: aunque parezca que lo específico es la exterioridad, eso es un efecto de que la mente pone afuera las cosas.
Que los "datos de los sentidos" constituyan un mapa fiable del mundo físico es una cuestión de ajuste, de chequeo. Con la adivinación pasa lo mismo: la cuestión es comprobar en su momento si las profecías resultan acertadas, y cuando no lo son, hacer otras nuevas. La diferencia acá es que no sólo se puede proyectar en el espacio, como al adivinar la llave correcta, sino también en el tiempo.
Visto así, no debería costar tanto adivinar.

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