lunes, 31 de agosto de 2020
Fanfarronear
El catecismo amontona progreso social inequitativo a base de sometimiento. Enseña a los pobres a conformarse y a los ricos a no traicionar a su clase.
Que es perfectamente reemplazable lo testimonia la historia, que hasta el año quinientos estuvo llena de sociedades que subieron y bajaron sin usar de manera masiva esa dramática propia de fábulas. La mitografía y la epopeya exaltan siempre al astuto, al atrevido, al dadivoso. Bueno, al final se mueren todos, pero eso es nomás para terminar el argumento de una forma natural.
Y Esopo? Esopo era justamente un vanguardista, la punta de lanza de la reforma moral que acompañó la caída del imperio romano y que tardó unos mil años más en llegar a imponer un orden tan viscoso, escurridizo e insidioso como lento en llegar a ser.
No digo que hay que ser todo el tiempo como los héroes de las sagas vikingas, siempre hablando de sí mismos, siempre midiéndose los cuernos con el vecino de remo en el drakkar. Uf, eso los convertía en insoportables: por eso los echaban de la casa y tenían que ir a buscarse la vida saqueando por ahí.
Fanfarronear es cosa de un día, pero de algún día.
domingo, 30 de agosto de 2020
Abrir un portal
Claro que de esto nadie habla, y no se va a hablar. Hay un consenso unánime al respecto: la humanidad no es una raza segura para divulgar el uso de este tipo de herramientas. Miren nomás las cagadas que se han mandado contando sólo con la función poética: generaciones enteras arrastradas al abismo de la estupidez por algún irresponsable rimador, un milenio de parejas bailando al son de la prueba de amor, cinco eras de peleas de vecinos con esa historia de nunca acabar del ojo por ojo.
Si los humanos pudieran ir de un lado a otro con el mismo esfuerzo sin importar la distancia, serían un conventillo de siete mil millones de personas.
La última vez que se hizo una prueba unos bromistas se pusieron de acuerdo y conectaron las cloacas de Praga con la oficina de un profesor de secundaria. Por suerte el portal no tenía más de tres milímetros de paso.
Aunque la tecnología es monstruosamente sofisticada y prohibitiva, se opera con facilidad. Por supuesto: si te da la nafta para abrir un agujero de gusano, bien podés hacer una interfaz de control que se opere con órdenes verbales.
Para que se saquen las ganas: sólo tienen que ponerse mirando 34º 25' 16" al Oeste, rodilla izquierda en el suelo, espalda recta, manos en la cabeza y pronunciar con claridad (preferentemente con voz nasal) "Cratón abanicá el castor, tres lucas"
Por diez segundos van a ver qué hay escondido abajo del escudo de Brasilia.
De nada.
sábado, 29 de agosto de 2020
Lustrar los zapatos
Típicamente se iba en zapatillas a casa de nuestros amigos o amantes, al supermercado y al shopping. Los zapatos los dejábamos para las salidas formales, y también, cuando la suerte nos fallaba, para ir al trabajo. Pero también es cierto que algunos zapatos nos gustaban, y los lucíamos con ganas en toda oportunidad.
El módico fetichismo de los zapatos de cuero se completaba con el ceremonioso lustrado periódico, un ritual que nos permitía ocupar los lugares del amo y del sirviente a la vez.
Esto que ahora parece lejano y sin sentido, un saber anacrónico como el tiro con arco, merece ser rescatado y relevado del status nostálgico en que se encuentra.
Una de las reglas básicas del tratamiento de la depresión, consiste en conservar el arreglo personal por pura disciplina, aunque no haya motivo. Partiendo del hecho de que la depresión impide la existencia de motivos como tales, se impone conservar las acciones preparatorias de las actividades normales, por dos razones: dejan al paciente un paso más cerca de recuperar esas actividades, y además representan un mínimo de actividad y esfuerzo que se convierte en estímulo.
Con esta misma intención tenemos que volver a lustrar los zapatos. No vamos a ir a ningún lado donde hagan falta: si de casualidad los usamos, el lustrado se va a ir en cuanto volvamos a casa y los fumiguemos con alcohol al 70%. Es decir que es una actividad sin motivo ni finalidad evidente, pero hay que mantener la capacidad de hacer las cosas de siempre, para recordarse que en algún momento vamos a recuperar el gusto por esas pavadas.
viernes, 28 de agosto de 2020
Sopita y a la cama
Sobre todo tener miedo es ser maricón, estar cansado te vuelve afeminado. El Tao Te Ching dice que hay que adoptar el principio femenino, pero ya se sabe que los orientales son todos maricas, ni barba como la gente tienen.
Ni hablemos de los Indios, con esos modales resbalosos, seguro viven dilatados.
Lo que ha hecho la retórica del gaste es cernir nuestras opciones dejándolas alineadas lado a lado del par fálico-castrado.
Esto es difícil de explicar bien, porque en realidad no es un par. En la lógica binaria no hay dos, hay uno y cero.
Hay argumentos que indican que es imposible salir de ahí, hay otros argumentos que sugieren que sólo es cuestión de un esfuerzo más si quereís ser verdaderamente empoderados.
El lenguaje es un laberinto.
Un laberinto en una hoja de papel.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Vigilar la tostada
El chiste ya es lugar común: si estás mirando las tostadas no se terminan de hacer nunca, y si te ponés a hacer otra cosa se queman.
En esta certidumbre se filtra una idea universal acerca del sentido de la vista, que en la antigüedad era tenida en cuenta por los filósofos. Se creía, y creen hoy los niños, que el ojo emite una especie de rayos o tentáculos hacia los objetos y con eso los percibe. Esta idea de la vista como una especie de radar, y la función equívoca de la vista en la vigilancia y la persecución, llevan a que mirar sea una forma de controlar, de ejercer un poder. Y como este poder es más bien imaginario, se presta a ser culpable de los efectos que se quiera. Y como el poder es malo de por sí, viene con trampa: ejercerlo conlleva alguna especie de maldición.
Yo creo que la forma de conjurar esta dificultad debería estar en cambiar la intención misma de la vigilancia. Debería ser más como un acto de contemplación. Así como se pueden contemplar las cosas pequeñas de cerca haciendo un mundo de cada detalle, se podría hacer pasar un tiempo breve como si durase años, sin que se vuelva tedioso, a condición de prestar la suficiente atención como para que se vuelvan interesantes los sucesos ínfimos.
El crepitar de una miga, la curvatura de una rodaja, la milimétrica fumarola, son verdaderos cataclismos al igual que las erupciones volcánicas, las tormentas tropicales o los terremotos.
Contemplando, igual de demora, pero sabiendo que al final, es lo que se estaba buscando.
martes, 25 de agosto de 2020
Parar las balas
lunes, 24 de agosto de 2020
Mirar cosas chiquitas
Todo el mundo ama las miniaturas. Algo de razón tiene el culto Vudú con eso de que hay una magia en las versiones chiquitas de las cosas. Los niños pequeños los saben: instintivamente se apegan a objetos que representan a sus madres, padres, ellos mismos, en una escala manipulable.
Y las maquetas! Por más que odiemos hacer esas ciudades con cajas de remedios que la escuela les encarga a los chicos, nos encanta contemplar esos mundos donde sólo cabemos con la imaginación.
Acá viene al caso una impresión que sólo se tiene cuando se mira alrededor desde un punto elevado en la montaña: todo el paisaje parece de juguete. Una de las cosas que hacen tan atrayente subirse al techo del mundo es verlo todo desde la perspectiva de un gigante.
Que es lo mismo que imaginarse chiquito chiquito paseando por las grietas de un cascote.
Como todo es relativo, sólo se necesita acercarse a las cosas mínimas para sentirse de repente grande como Godzilla.
No hace falta comer ningún hongo raro, Carrol.
domingo, 23 de agosto de 2020
Hacer leña del árbol caído
A los dieciséis viajé por primera vez al sur, y cuando pasamos por El Bolsón, acampamos en el terreno de una amiga que tenía su cabaña sobre la falda del "Piltri", el cerro que domina la vista del pueblo.
Llegamos de noche, cenamos y nos acostamos a dormir. A la mañana nos bañamos a manguerazos con agua que bajaba directo de la montaña. Tomé tanto frío que al otro día tiritaba de fiebre.
Sintiéndome para el culo me quedé mientras los demás bajaban al pueblo para visitar la feria y comprar vino.
Deambulando por el campito, encontré el hacha y unos troncos secos listos para hacer leña.
Al principio traté de cortar secciones del tronco, pero la dueña de casa me explicó la forma correcta:
Se para uno con un pie a cada lado del tronco, mirando a la punta, y se clava el hacha en el extremo, una vez y otra, hasta que se raja un poco. Ahí hay que buscar una astilla y embutirla en la rajadura para que no se cierre y seguir golpenado en la misma. Cuando la astilla se sale, se pone otra más gruesa, y se sigue así hasta que todo el tronco se parte al medio.
Después se repite lo mismo con las mitades, y los pedazos van quedando de a poco del tamaño justo para hacer fuego.
Lo mejor de todo fué que transpiré como un caballo y se me pasó la fiebre.
Miren si será bueno hacer leña.
sábado, 22 de agosto de 2020
Estirar el final
viernes, 21 de agosto de 2020
Dormir con la ropa puesta
jueves, 20 de agosto de 2020
Cortar el chorro
miércoles, 19 de agosto de 2020
Poner el hombro
martes, 18 de agosto de 2020
Ponerse lindos
La belleza es cuestión de privilegio.
Tal profesor contaba que el papá le decía "No salgas con mujeres feas". Asumía que es más fácil encontrar a quien se quiere hacer ver.
lunes, 17 de agosto de 2020
Predicar en el desierto
domingo, 16 de agosto de 2020
Poner todos los huevos en una misma canasta
Al final, nunca me queda claro si el jugador es valiente o no, inspirado o ciego. Toma riesgos que para nosotros son temerarios, pero lo hace obedeciendo a pálpitos indubitables. Juega en contra de las probabilidades, pero tiene un sistema.
Está dispuesto a perderlo todo, pero la experiencia le ha demostrado que siempre consigue rehacerse.
No tiene empacho en defraudar a sus amigos, pero pocas veces sobrevive a perderlos definitivamente.
Y es posible que todo lo pensado y sentido sea un espejismo creado a posteriori del impulso irresistible de jugar.
En todo caso, nunca hay que seguir los consejos de los jugadores. Mejor poner los pocos huevos que tenemos en una canasta que podamos tener siempre a mano.
Berretines
sábado, 15 de agosto de 2020
Hacerse cosquillas
Pero uno sí puede hacerse cosquillas a sí mismo, encontrando el lugar adecuado. Por ejemplo en mi caso tengo que rascar con la uña la planta del pié.
Es insoportable, no hay fuerza de voluntad que logre superar esta prueba.
Es la prueba de que el individuo se desconoce incluso al nivel fisiológico. La unidad del organismo es un logro conceptual, un punto de llegada del desarrollo, un estado precario como todo.
jueves, 13 de agosto de 2020
Dormir en la calle
Cosas así quedan como anécdota pintoresca en las sobremesas familiares, como la otra de la prima Alina, que se durmió de madrugada en la placita Falcón y despertó al mediodía con la cara quemada por el sol.
Hubo un tiempo en que dormir en la calle no parecía algo tan extremo, era un mal momento, algo que podía pasar y nada más.
miércoles, 12 de agosto de 2020
Medirse la pija
(Nota al margen: la gente que hace trabajos manuales no respeta a los que sólo hacen trabajo intelectual, por más envidia que les tengan por sus privilegios. Esto hace a algunas neurosis propias de la movilidad social, que son un tema aburridísimo).
martes, 11 de agosto de 2020
Aprender idiomas
Dicen también, con mucha lógica, que aprender idiomas amplía nuestra forma de pensar, desde que cada lengua conlleva una forma de pensar con categorías propias.
Hace muchos años, un astrónomo italiano enfocó el planeta Marte y observó algo que llamó "canali". Algún colega sajón lo tradujo, pero lo entendió como si fueran zanjones. La noticia le llegó al Sr. Percival Lowell, y desde entonces andamos diciéndole marcianos a los extraterrestres.
Se deben sentir como muchos españoles cuando escuchan chistes de gallegos. O los sirio-libaneses que llamamos turcos, y así. Por eso mejor aprender a hablar con propiedad antes de viajar y ofender a la gente por burro.
lunes, 10 de agosto de 2020
Transar
A propósito no quiero hablar de las transas que se hacen bajo techo, en el abrigo del hogar, en un bar.
Eso se da por sentado. Hay transa donde hay comodidad, donde hay seguridad, intimidad.
Por algún motivo se ensució el transar. Se volvió un resbalar. Se volvió una cosa que no hay que mostrar, que no se debe notar.
Si transar se volviera una virtud, perder las formas podría enamorar. Pero estamos empeñados en durar, estamos empecinados en brillar. En ganar y ganar.
Un día sin transa es la ruina de una nación.
Una semana sin transa es la vergüenza de un pueblo.
Un pueblo sin transa es olvidado tarde o temprano.
Para hundir el arte de transar, le dicen transa al egoísmo.
El egoísmo es nunca haber transado la ambición.
Con razón.
domingo, 9 de agosto de 2020
Cortarse solo
Parece que no es algo coniderado esencial, pero a medida que el tiempo pasa, uno se da cuenta lo importante de poder resolverlo.
Si tenés pelo lacio, la solución obvia es el ejemplo germánico: dejarlo crecer lo suficiente y trenzarlo. También vale hacer un rodete como los japoneses, aunque se me ocurre que es algo que requiere mucho cuidado y precisión.
Las personas con rulos necesitamos otras ideas, si no queremos caer en el rapado drástico, que tampoco es algo tan sencillo, créanme.
Por suerte para nosotros, los hippies nos dejaron su enseñanza invalorable, basada en años de experiencia con la moda del pelo rebelde.
Para los que no tengan un familiar habilidoso a la mano, paso a detallar, sólo se necesita una tijera.
Primer paso: lavar el pelo y desenredarlo lo mejor posible.
Segundo paso: con la cabeza inclinada 45º hacia adelante, dejar que el pelo caiga vertical.
Tercero: cortar con tijera (todo el mundo tiene tijera, vamos) en forma horizontal a la altura elegida.
Listo, ahora parecen Fito Páez.
sábado, 8 de agosto de 2020
Esperar un milagro
viernes, 7 de agosto de 2020
Todo con o
Otro robó con los osos grosos, yo no toco corno: lloro solo.
Tom Solomon compró los porotos todos rojos: los probó, tomó dos bolsos. Copó todo, no cortó los bonos, no los sonó.
Conozco dos corsos, corro con otro contorno: yo coloco oro con troskos porcos.
Vos sos soplón, Tom, lo sos. Roto, bobo, mogo, botón. Croto.
Como todo jodón comprobó con logros los ogros: como otros chocó con los troncos. Rodó con son colombófono.
Tocó fondo.
Pobló los morros con cojos horrorosos, con toros mochos, loros sororos, proctólogos con gorros.
Como colofón, Tom sopló con honor todos los globos. Cholo orondo.
Voló cómodo.