Cow with no body. via photopin (license) |
Caída la noche, el monje ordenó al aprendiz que soltara a la vaca. El aprendiz, escandalizado, se negó, pero el maestro insistió hasta que la vaca fue soltada. Llegada la mañana, mientras la familia dormía, ambos religiosos siguieron su viaje.
Un año después, el monje volvía de su viaje por el mismo camino junto con el aprendiz. Al acercarse a la casa, apenas la reconocieron: estaba rodeada de un jardín y de campos sembrados. La familia los recibió con alegría y les contó la historia: al quedarse sin la vaca, el padre y el hijo comenzaron a buscar otros medios de subsistencia. Comenzaron a comerciar cuidadosamente hasta obtener un poco de grano, y de a poco comenzaron una época de prosperidad.
Cuenta la leyenda que el monje dedicó al aprendiz una mirada sobradora. Y cuenta otra que el aprendiz opinó que el maestro era un hideputa manipulador capaz de las peores bajezas con tal de lograr un poco de superioridad moral, y lo dejó al instante.
Y otra más dice que, años después, el aprendiz devino monje y se encontró en una situación similar. Pero no soltó la vaca; se limitó a contar la leyenda de la que él era parte, y la familia entendió el mensaje.
O puede que nada de esto haya sucedido.
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