Ni sahumerios, ni cuencos tibetanos, ni canto de las ballenas (y de paso: ¿a quién tranquiliza el sonido de una ballena cercana?), ni negro spirituals, ni rezar el rosario: dame dos mazos de cartas y alcanzaré la paz. De pronto el mundo tendrá reglas y sentido. Quedará claro qué es el éxito y qué el fracaso. Dispondré las cartas con cuidado, alineándolas con cuidado. Después dejaré que las reglas me lleven, buscaré obtener el orden latente en el caos inicial.
Jugar al solitario debería ser parte de la educación inicial.
Siete palabras de yapa
Pegada en la puerta, una nota: "Perdoname".
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