Los que se oponen tienen una noción bien primitiva de cómo funciona un lenguaje, sobre todo de que por un lado, los símbolos no son datos, y que por el otro, la identidad no es la función.
¿Me explico? No, hoy no es día de explicarse.
Es una maravilla que para comunicarnos en las redes sociales podamos asumir cualquier nombre, con la única condición de que no se repita, que es harina de otro costal ¿Por qué no se llamaría uno igual que alguien más? Por suerte la creatividad inherente sortea las limitaciones del dato.
En realidad, lo único que mantiene una continuidad "funcional" a lo largo de la vida es el cuerpo, por ahora. Así que salvo que uno quiera hacer de cuenta que tiene un alma inmortal única e indivisible, puede ser cualquier persona en cualquier momento.
Como están las cosas actualmente, no hay nada más ajeno que el nombre propio.
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