jueves, 18 de junio de 2020

Hablar con los demás

Con la bendición de las comunicaciones tenemos cada día más capas de aparatos y sistemas entre nosotros y la gente. La gente siempre son los otros. y hablar con la gente es hablar con extraños, aunque se trate de nuestra propia familia. Si al fin, por más sucesos compartidos, cada persona es una isla. Esa sensación, ese sentimiento de familiaridad ¿de dónde viene, qué tan profundo es?
Yo creo que la única explicación es que en ciertos casos, y por razones de conveniencia geográfica como diría Bart Simpson, decidimos creer que nos entendemos, así como decidimos creer en la realidad de los sentimientos expresados en una ficción cualquiera.
Es como sí el cerebro dijera "todo lo que diga A es consonante: si algo hace ruido, se agrega contexto hasta que encaje". Alguien que entienda de programación lo podría codificar en detalle, e incluso tipificar diferentes métodos para hace consonante el discurso de A, desde la más simple censura, hasta la sustitución de la memoria propia.
Cuando uno lo piensa así, el porqué cuesta hablar con extraños deja de ser un misterio: simplemente no nos conviene ¿Por qué incomodarse a la inmediatez del intercambio teniendo la escritura, que nos aleja?
(no quiero especular acerca de si la escritura se inventó para no tener que acercarse a los demás).
Lo que hay que tener presente es que , así como existen ceremoniales para interactuar, convenciones que llenan conversaciones enteras (no hay que perderse los comentarios de Lucio V. Mansilla sobre la etiqueta  y la retórica ranqueles), así también el lenguaje mismo es una invención, antigua pero invención al fin, y no es en realidad una forma de contacto que no sea imaginario.

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