La barrera baja hacía que sólo nos despierten los bocinazos y puteadas de algún amanecido con auto.
Entre los divagues habituales estaba imaginar que convertíamos la casilla en una casa habitable. Había lugar para una catrera elevada, o rebatible, muebles, cocina, inodoro y ducha. Todo en ese cuadradito.
Veíamos el futuro.
El proyecto nunca se realizó, porque al flaco lo despidieron. Lo bueno fué que más tarde consiguió un trabajo de vigilador en un banco del microcentro. era mucho mejor dormir en los sillonazos del lobby. Incluso había una torre con un ventanal redondo desde donde se veía el río.
Eso es lo que hay que tener en cuenta al diseñar una casa: que se vea el río.
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