El argumento era que si se tropieza y cae, se da la cara contra el piso.
Pero otras veces te decían que era mala educación, otras voces te decían que parecías un vago. Si el reto venía de una madre el argumento, más sincero, era que se arruina la ropa. Argumento tan sincero como poco atendible: la ropa quedaba chica mucho antes de llegar a deformarse.
Las manos siempre en los bolsillos de su gabán, andaba Pedro Navaja: había que ser caradura para usar gabán en pleno trópico...
Y pensando en gabanes, hubo un momento histórico en que los bolsillos hicieron justicia. El día en que un señor mayor se encaró con el Tte. Cnel (RE) Aldo Rico y le estampó un seco en el morro. Las manos en los bolsillos, Rico se dió limpiamente de cara contra el suelo.
Pagó.
Celebremos cada tanto caminando con las manos en los bolsillos.
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