domingo, 7 de junio de 2015

Día de leer otro cuento

WARRINGTON BUNSEN BURNERS
WARRINGTON BUNSEN BURNERS via photopin (license)

En 1928, un científico berlinés llamado Friedrich Wöhler desató una tormenta metafísica en la ciencia al hervir cianato de amonio, una sal inorgánica simple, y crear urea, un compuesto químico producido normalmente por los riñones. El experimento de Wöhler —aparentemente trivial— tenía implicaciones enormes. La urea era un compuesto químico "natural" mientras que su precursor era una sal inorgánica. El que un compuesto químico producido por organismos naturales pudiera hacerse aparecer tan fácilmente en un frasco amenazaba poner de cabeza la concepción entera de los organismos vivo: durante siglos, se pensó que la química de los organismos vivos estaba imbuída de algún tipo de propiedad mística, una esencia vital que no puede ser duplicada en el laboratorio. Esta es una teoría llamada vitalismo. El experimento de Wöhler demolió al vitalismo. Los compuestos químicos orgánicos e inorgánicos, probó, eran intercambiables: quizás hasta un cuerpo humano no era distinto de una bolsa de compuestos químicos atareados en reaccionar —un matraz con brazos, piernas, ojos, cerebro y alma.
Siddhartha Mukherjee — The emperor of all maladies - A biography of cancer 

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