lunes, 1 de abril de 2019

Tirar la basura


Esto de la orfandad se convirtió en incapacidad. No puedo escribir. No puedo llevar a cabo tareas básicas. En público parece que me comporto según lo esperado (no hubo quejas al respecto).
La mínima tarea de tirar la basura se me hace hercúlea. Complicada. Aburrida (bue, siempre lo fue). Postergable (eso también).
  • Tirar todo lo tirable,
  • cerrar la bolsa,
  • sacarla del tacho,
  • poner la traba en la puerta (no sea cosa que me quede afuera en cumplimento de tan deleznable tarea),
  • ir hasta el cuartucho (AKA) incinerador,
  • depositar la bolsa,
  • volver a casa,
  • poner la bolsa nueva,
  • poner la tapa del tacho…
Uf. No puedo. Me agota pensar en tan nutrida sucesión de eventos. Creo que no soy capaz. ¿Se siente el olor a podrido desde el pasillo? A ver…
LPM. No puse la traba. Ahora tengo que blanquear frente al portero. Bajar, hablar con el sereno, pedirle la llave de repuesto (que no sé si la tiene él o el portero que duerme) mientras explico las circunstancias en las que me quedé fuera de casa...
¿Y si me hago un bollito y duermo en la escalera? Mañana encaro con el ayudante de portero que es más copado, creo…

sábado, 9 de febrero de 2019

Conectar con otro


Sé muy bien que estar viviendo donde vivió mi vieja 40 años no me hace amiga de toda la gente que la quería. Pero hoy, recién, a la una y media de la mañana, salgo (poco menos que en calzones) a sacar la basura y me encuentro con una de sus amigas. Una de las que la acompañaron hasta último momento. De esas de fierro: ella se enteró que la llevaban al Pirovano y fue al Pirovano. Dale que va. Y cómo está Negrita y qué pasó y todo eso.
Y respetuosa. La mar de respetuosa. No me tocó el timbre ni media vez. Me saludó cariñosamente siempre, pero no me invadió en esta toma de territorio.
Y hoy nos encontramos en el pasillo. Yo medio en bolas. Ella volviendo de su coro. Y charlamos. Y hablamos de Almudena Grandes. De mis autores. De su poesía (la de la vecina), de mis amigas poetas (María Laura). De mis libros. De su canto. De mi vieja. De la vida. Nos tocamos, nos miramos a los ojos…
Ya está.
El otro día, una amiga me decía: “los que vivimos solos tenemos que ser amables”. “Pero yo soy tremenda jodida”, le respondí al toque. Hoy no fui jodida. Esa mujer amaba a mi mamá. La acompañó más allá de lo que pude hacerlo yo. Y conecté. Y no me costó nada.

A veces parece que soy gente, mamá.

jueves, 7 de febrero de 2019

Hacer realidad tu sueñito


Algunos sueñan irse al Caribe y no pisar más la city. Otros, ganar el Oscar o el FCE.  O dar la vuelta al mundo. Cosas grandes, así, enormes. No importa. Todos tenemos grandes sueños. Pero hay otros no tan grandes. Sueñitos.
Para mi hijo y mi amigo Pancho, es tener un lanzallamas (no juzgo, juro que no juzgo).
Para mí, entre otros, era tener una destructora de documentos.

Es que tengo este TOC que me impide tirar las facturas y/o tarjetas de crédito sin haacerlas chiquitas y depositarlas en distintos tachos. ¿Sabés lo que duele romper papel durante una hora o más? Te duele la mano, te juro.

Probé con una cizalla, guillotina o como se llame. No valía. No cortaba como correspondía y tardabas bocha. Cuestión que tenía unos dinerillos por ahí y me dí el gusto: alta maquinola. Llevo dos días rompiendo boletas que mi vieja tenía desde el siglo pasado… Ya está amortizada.


Y yo me siento un capo mafia destruyendo evidencia…

¿Cuál es tu sueñito posible que no te permitís?


sábado, 2 de febrero de 2019

Marcar los límites


Tracemos una línea, establezcamos los límites, marquemos el campo de juego, especifiquemos las reglas.

De acá para acá, mi casa; esa es tu casa; no vale perrito guardián, no vale salir del patio, no vale apuñalar al otro, tenés que decir tu nombre y tocar la piedra para salvarte, no vale arrastrar a otros, todos somos iguales, si no nos divertimos paramos.

Es así. Un límite. Más allá es el caos. Es el infierno. Son los chats de pedófilos, los videos snuff(1), los Hannibal reales que acechan. No, quedate acá, no vayas para allá. Allá no tiene retorno. Quedate acá, no cruces la línea.
Y no me importa si tu pañuelo está verde de moco o si el celeste es crema del cielo. No me importa si estás o no a favor de la interrupción del embarazo. Hay límites que no se cruzan. Y hoy lo cruzaron y habilitaron el horror. Pensalo. Habilitaron el horror.



Empezar a trabajar en la escuela de villa me partió la cabeza, el cuerpo. Me desmoronó la estantería. Tuve que enfrentarme a muchas cosas que conocía (?) de oídas. Y a otras que ni en mis fantasías más delirantes hubiera imaginado.
-Seño, vine porque le puso una nota a X en el cuaderno.
-Sí, es que no está trayendo la compu a la escuela y se necesita para trabajar.
-Sí, seño, lo sé, pero estamos viviendo en la calle y…
Ya no escuché más. No sé qué me dijo. No escuché más. Esa nena bonita, aplicada, hacía dos meses que estaba viviendo en la calle…
Pero no todos eran como esa nena aplicada y bonita. Estaba Mariela, por ejemplo. Uno de los tantos ejemplos.

Mariela olía fuerte. No tanto como su mamá. Cuando la madre entraba a la secretaría, todo el mundo migraba al otro lado de la escuela. Su hermano también olía fuerte y lo padecía: cuando escribía cuentos decía que se había bañado. Ese era su cuento, decir que se había bañado.
Mariela y su familia no tenían agua, vivían mugrientos. Sabías cuándo Mariela menstruaba porque la olías de lejos. O veías las manchas. Claro, no hay toallitas o tampones cuando no tenés agua, ¿no?
Mariela venía todos los recreos a la sala de computación y se quedaba viendo videos en youtube. Actividad más que sospechosa ya que no teníamos parlantes en las computadoras, solo en la de la docente (yo). Nunca me pidió usar mi computadora, siempre se contentaba con alguna de las otras. Y yo la dejaba, estaba mejor ahí que entre los compañeros que, siendo tan pobres como ella como no vivían en la miseria y la mugre, la molestaban todo el tiempo. Yo aprovechaba para arrancarle alguna palabra, le mostraba videos de peinados, trenzas, cosas… Pero no lograba llegar a ella.

Meses después, un día se acerca y me dice:
-¿Sabés lo que vengo a ver todos los días?
Así, de frente y sin anestesia, me prometía revelar el secreto.
Y me mostró. 
Montones de videos de un religioso dando homilías/sermones. Lindo guacho, hay que decirlo. En ese recreo postcomedor me habló de cómo algunos domingos viajaban hasta el centro (no es común que los pibes salgan de la villa, pero parece que ella viajaba hasta el Microcentro) y caminaba hasta la iglesia para la ceremonia. Y él la conocía por el nombre, la entendía, la escuchaba.
Vibraba de amor adolescente. Adolescente marginada, sin voz, sin lugar. Adolescente que brillaba porque él, morochazo lindo, la conocía por su nombre y la escuchaba. 

Todas las alarmas se encendieron. En colores, tipo arbolito de navidad, con sirenas de sonido envolvente cono Cinemark continuado…

La escuché. La escuché un rato largo. La abracé.
-Qué lindo. Estás enamorada.
-¿Sí?
-Vos sabés que sí. Pero, ¿por qué no buscás uno de los pibes del grado (le nombré dos o tres)? No está bueno enamorarse de un tipo de 35. Sé que es fácil. Un hombre bueno. Un hombre de Dios. Que nos escucha, que nos ampara en nombre del Señor… Pero no está bien. Él tiene 35. Vos tenés más de 20 años menos.
Ahí comenzó la lucha. Yo sentía en el aire su resistencia, su terror a que le quitara ese amor, esa esperanza, ese calor. El cobijo ansiado de brazos que ¿te apartan de todo mal?
-Mariela, es ilegal. Él es un hombre de Dios, puede ir a la cárcel por enamorarse de vos. La ley es así. Tratá de apartarte...
La nena se había abierto a mí y yo le dije estas cosas y otras mientras la abrazaba mirando sus ojos brillantes, sus cachetes vibrando. Y sabiendo qué podía pasar.

Mariela no se enojó conmigo, pero espació sus visitas. Vinieron las vacaciones de invierno, luego, unos meses después, me entero, por comentarios, que Mariela no comía en el comedor con todos los compañeros. Que no había modo de hacerla comer. Que no quería comer.
Hablé con ella, tratando de sonsacarle qué le pasaba. No soltó prenda. No tenía hambre, dijo. Raro en alguien que, como ella, vivía en esa situación: el hambre es lo cotidiano.
Mariela estaba “más gorda”… Terminó de cursar su séptimo grado y no supe más de ella. Pero editoriales como la de hoy me la recuerdan seguido. Porque esta editorial hablaba de Marielas que se aferran a cualquier esbozo de lo que creen que es amor, cariño, cuidado. Por eso “no se lo van a sacar”, porque es lo que tienen. Es lo único que tienen.
Hay que ser un pedófilo despreciable para hablarme de que la historia de Mariela es una bendición porque tuvo un hijo producto del ¿amor? ¿violación? ¿estupro? ¿pedofilia?…

No pasemos el límite. No permitamos que existan Marielas aludiendo bendiciones que no son, amores que no son, ilusiones que son engaños, violencia y delito. Respetemos a las Marielas, aunque huelan mal, aunque tengan la entrepierna manchada y las uñas negras.


(1) si no sabés lo que son, quedate en la ignorancia. Yo sé lo que te digo.

lunes, 28 de enero de 2019

Jugar


¿Cuándo fue la última vez que jugaste?
Pero jugar en serio. No vale en Candy Crush ni cosas como esas. Juegos donde conectes con otros. Donde planees el mejor modo de ganar. No soy partidaria de FortNite, pero es un ejemplo. Minecraft, LOL, Forge of Empires, el Stardew Valley, Minecraft (si los jugás cooperativo). No hablo de juegos donde haya que tener un gremio o una asociación con otros, sino donde estés obligado a charlar con otros, a interactuar, a forjar alianzas, acuerdos, formas de jugar. Instalate Steam, algo...
O jugá a la canasta, al truco en parejas, al tute, a la mancha. Lo que sea. Andá a una noche de juegos de esas que organiza La Cantera. Conectate. Jugá.
Jugar te da la posibilidad de intercambiar con otros, de ser otro, de aprender, de experimentar sin que, en el proceso, se juegue nada importante IRL (en la vida real). Pero son skills, herramientas, importantes que usarás en esa vida real.
Si no experimentaste salir a la calle luego de una batalla épica donde quedaste en el HoF (Hall of Fame, los diez mejores) y sentirte seguro, confiado, alegre, completo, satisfecho… Te perdiste de algo. Es raro, lo sé. La gente te empuja y te trata como si fueras el mismo loser de siempre… Pero vos sabés que anoche (o hace un rato) rompiste un récord con tus compis, con tus amigos. Que la venís peleando hace un tiempo y estás ahí, en el HoF.
Que armaste una estrategia, que viste tus fortalezas y debilidades, que lo vieron tus amigos y, entre todos, construyeron una estrategia. Y ganaron.
Está bueno. Es gratificante. No siempre se puede extrapolar a la vida real, pero te enseña mucho. Quizás te enseña a organizar a las personas, a ver lo mejor de cada uno. O a obedecer al líder apropiado. O a sacrificar a la reina, porque es lo que vale.
Cada uno verá si se engancha en un juego donde destruir al otro es lo que vale. O hay que construir entre todos. O apoyarse. O lo que fuera. No es ético el modo en que uno tiene que jugar. Lo importante es la experiencia, la ética es posterior.
Pero jugar es la posta, mola, es lo que va. Es lo que nos enseña, de pibes, cómo comportarnos.

Muchos teóricos del juego. Muchos. Lo importante es jugar. Y ver cuál es nuestro mejor movimiento en el tablero, porque somos como somos y, cada uno, tiene un modo de jugar.

Y, si tenés hijos adolescentes, jugá con ellos. Es muy gratificante. Aunque se la pasen diciéndote que sos la abuelita fofa del juego. :P 

jueves, 24 de enero de 2019

Tomar tereré

En un día como hoy, nada mejor que un tereré.
La primera vez que tomé uno, fue en la siesta aplastante de Resistencia, la capital chaqueña. Era 1981/1982. Se disputaban las internas entre Línea Nacional y Renovación y Cambio dentro del partido radical. Mi viejo era balbinista a muerte, no le cerraba Alfonsín aunque se le llenaron los ojos y el alma de lágrimas cuando lo vio presidente. Un radical de los que no quedan, a decir verdad.

En fin, mi viejo tenía un correligionario (que no amigo, sino esos que conocía del comité) que era chaqueño y la movía en su provincia. Entró a hablarles de las necesidades de los pobres chaqueños o de los chaqueños pobres, mencionó (poco) las comunidades indígenas... Y ahí caímos nosotras, una amiga y yo, que nos comprometimos a llevarle a Chaco las donaciones que reunieron en Buenos Aires. A cambio nos entrevistarían en la radio (nos importaba un bledo, claro) y no sé qué más prensa nos prometieron.

No voy a comentar mucho más del fraude detrás de esa donación. Solo que, si llevábamos zapatillas, les daban el pie izquierdo y se quedaban con el DNI que devolvían luego de la interna. Deplorable. Ya cuando vimos esto, supimos que éramos títeres de una interna que no nos representaba ni podíamos cambiar.

Cuestión que no fuimos a las "presentaciones" que quedaban y recorrimos Resistencia... A las dos de la tarde. O sea: con el sol de la siesta taladrándonos la nuca. ¿Me explico? Lo primero que nos impresionó fue la soledad de una ciudad a las dos de la tarde. (Sí, así de pajueranas citadinas éramos salimos a las dos de la tarde a caminar por Resistencia). Era una ciudad muerta, sin ruidos, tranquila.

Caminamos, caminamos, caminamos. Ya estábamos por desmayarnos de calor y hastío cuando vimos unos tipos tomando mate ahí cerquita del puente. Mi amiga, que era más dicharachera de lo que yo jamás fui, encaró y les pidió un mate. Y resultó que era tereré hecho con agua de ananá.

Nos sentamos con ellos unas tres rondas. Nos cargaron por andar caminando a esa hora. Nos dijeron que mejor cruzábamos el puente y nos íbamos a Corrientes, que la íbamos a pasar mejor.

Eso hicimos, y más. Pero eso es otra historia, seguro. Hoy, los dejo con ese sabor a tereré fresco, nuevo, rico, húmedo y amargo en medio de esta tarde de calor sólido en el asfalto de Buenos Aires.

domingo, 20 de enero de 2019

Prepararse para los 56


Como buena millenial (juassss) voy a consultar al oráculo de Internet.
Mi buscador amigo (duckduckgo) me tira estos enlaces:
  • Wikipedia: el año 56 fue bisiesto y empezó en jueves. Los romanos lo nombraron el del consulado de Saturnino y Escipión. Andá a saber qué tenían esos dos… En fin, ese año estalla una guerra entre los romanos y los partos,y, más importante, San Pablo les escribe a los corintios la primera carta. (Se ve que le respondieron porque después les volvió a escribir… igual Pablo no era tan de repetir cartas como Juan…) ((1)
  • Si querés llamar a un número chileno, tenés que marcar +56. Así es la vida. No sé quién eligió los códigos de país, pero 56 es de Chile. (2)
  • En Twitter hay un japonés que se llama así: 56. (Si alguno lee japonés y me explica, bienvenido sea). (3)
  • ¡El recorrido de la linea 56: que va a Tapiales y Ciudad Evita! (4)
  • Una resolución del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual que dice cosas sobre las patentes… (5)
GIYF, dicen por ahí, vamuavé:
  • Wikipedia, again, me tira ahora muchos datos matemáticos, como que es la suma de los primeros primos triangulares (¡ánima de Dios bendita, aparta de mí este conocimiento!), que los seis primeros primos no sé qué. Muy endogámico esto de la Wikipedia, dejame que te diga…
    Pero después encara con el número atómico del Bario. Nos cae bien el Bario.
    Claro que termina de derrapar cuando dice: “El comandante naval japonés Isoroku Yamamoto debe su nombre "Isoroku" (五十六, literalmente "56") a que, cuando él nació, su padre tenía 56 años”. (6)
  • Nuevamente Wikipedia nos cuenta que en el -56 (o sea cuando yo nacía, ¿no?) Julio César derrotaba a unos losers. Después da los resultados de las elecciones romanas de ese año, pero no me interesan, realmente… 
    El toque necrófilo es para mencionar que murió Lucio Licinio Lúculo. O sea. (7)
  • Cabe destacar que la wikipedia en inglés es más dicharachera, da más data del número en matemáticas, en astronomía, música, televisión, deportes. (8)
  • Después mi amigo google derrapa y me da el episodio 56 de Chiquititas y de Guapas (WTF!?). Se ve que está resentido porque no lo uso nunca.
  • Pero me tira una perlita de Futurama…

En fin, Internet no me ayuda. Tendré que preguntarme qué es lo importante para mí en este inicio de los 56. Que estoy huérfana. Huérfana de padre y madre. Eso no es menor. Que estoy en medio de un cambio, de un duelo, que estoy estudiando y luchando por terminar mi carrera. Que estoy eligiendo enseñar en la escuela pública. Que sigo siendo escritora y que la palabra me significa como me significó los 55 años anteriores. Que tengo un año más para aprender, leer, conocer, sorprenderme y crecer.
Creo que tengo mucho que hacer en los 56. Espero estar a la altura.



PS: En Firefox, Google me da otro enlace que cuenta que Meg Ryan se comprometió con un rockero a los 56. ¡Epa! Vamo, Meg. 

sábado, 19 de enero de 2019

Hacer tabule

Hace calor, no da estar con la hornalla encendida. Está bueno comer vegetales y esas cosas sanas...

Vamos por el tabule.
Andá a comprar trigo burgol, un cuarto kilo, no más. A una semillería o una de esas dietéticas. Ojo que a veces viene con gorgojos. No es grave, pero tenés que saberlo porque si pasa un tiempo tu tabule tiene vida no vegetal.

Ya que volvés de la dietética o semillería, pará en la verdulería y comprá cebolla morada, ciboullette, tomate, ají amarillo, dos limones (pueden ser tres). Para darle color a la cosa. Viste que la comida entra por los ojos, ¿no? ¡Ah! No te olvides de pedirle perejil a la verdulera. El tabule es bien verde. Imaginate.

Llegás a casa, dejás todo, lavás la verdura... Lo típico. Descansás y encarás con el trigo burgol. Ponés una taza de trigo (si es para dos personas) en agua, abundante agua. Y te vas a dormir. Bueno, si no es de noche y querés preparar la cena, podés hervirlo unos diez minutos y lavarlo con agua fría. No es lo que recomiendo, pero...

Te levantaste re pila y colás el trigo. Está re blandito. Ahora le das a picar verdura: que la cebolla, que el ají, el tomate, el perejil, todo chiquito, muy chiquito. Y el ciboullette (o la ciboullette) la cortás con la tijera. No más de dos milímetros. Picadísimo todo.

Entonces llega el momento, embebés el trigo en jugo de limón y aceite de oliva, mezclás las verduras y le entrás con sal y cous cous. Bue, puede que no tengas cous cous. Probá con una especia que te guste, ¿ta?

Dejalo descansar un toque, que el trigo se embeba del menjunje de verduras, líquidos y especias. Y entrale sin miedo. No tengo foto propia porque siempre me lo como antes de fotografiarlo. Pero uno de los mejores que comí, lo hizo mi amigo Pancho. Si van a Colonia (Uruguay), avisen.








miércoles, 16 de enero de 2019

Patear una mesada de mármol

Había una vez un dedo meñique muy celoso de la atención que recibía su par de la mano. Veía cómo su hermano meñique recibía masajes, mimos, cómo lo mejoraban con ejercicios. Muy celoso estaba el dedo meñique del pie. Tanto, que decidió patear un mármol y quebrarse también para que lo mimen...



Sí, me quebré el quinto metatarsiano del pie. Idéntica fractura que la de la mano de hace unos meses. Unos hacen nado sincronizado, yo hago fracturas sincronizadas. La radiografía no es de mi pie ni de ninguna parte de mi ser.

jueves, 10 de enero de 2019

Calor

Hoy toca hacer trámites y recados varios. Que de Belgrano me voy a Palermo, vuelvo a Belgrano, de ahí a Congreso, Caballito, parada en Once a retirar una compra, vuelta a Belgrano y, por último, Retiro.
Y con este día pesado, pegajoso, de calor sólido que se mete en todos lados y me transforma en un ser líquido que va dejando charcos donde quiera que toca. En el subte, mi líquido se confunde con los líquidos de los otros. Unos más espesos, otros menos oscuros, aquellos son dulces. Pero todos líquidos. El subte es como un caño que transporta miles de gotas líquidas.
Salgo a la superficie y comienzo a caminar. Cada paso es una parte de mí que se desprende en forma de gota. Ya perdí tres pestañas, un dedo y el mentón goteó con fuerza cuando pasó esa bicicleta a los piques.
Sigo caminando. Ya no se distinguen mis facciones, soy un líquido denso que va desplazándose por el asfalto hirviente. Poco a poco siento cómo mis partes se separan, ya no soy líquida, llegué a mi punto de ebullición y voy subiendo en libertad, liviana. Mis gotas microscópicas ascienden y formarán una nube que lloverá sobre Belgrano esta noche. Espero, porque quiero volver a casa...

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martes, 8 de enero de 2019

Ordenar los tantos

A no joder vamos.
No puede ser que estemos a casi 9 de  enero y siga desertándome a las 6. Y cayendo rendida a esta hora más o menos.
¡No, esto no puede seguir así!
¡Empecemos las vacaciones como Dios/Alá/Odín/Pikachu mandan!
Guerra a los despertadores, durmamos a pata suelta cuando se nos canten los epiplones.

(N. de la escritora: los epiplones son cuatro y más o menos están en la panza, son una pielcita que cubre las vísceras, ¿ta?)


domingo, 6 de enero de 2019

Inundar la cocina

- ¿Qué hiciste el sábado a la noche?
- Trapeé la cocina... Cuando quieras joda tupida, ya sabés a quién llamar.


viernes, 4 de enero de 2019

Tomar decisiones

¿Dónde guardo el azúcar? ¿La compu está bien acá? ¡No tengo donde meter los calzones/el jabón en polvo/la cámara digital?

Todas esas cosas me hacen pensar mucho. Porque la taza donde tomo el desayuno no puede estar lejos de la pileta ni del microondas. Tiene que estar, qué decir, equidistante. Para no caminar al pedo para hacerme una taza de café. Lo mismo con todo. Las cosas deben estar ubicadas donde sea más cómodo y sencillo encontrarlas.
Es que soy muy vaga, sépanlo. Así que me toma mucho tiempo idear el mecanismo por el cual hago el menor esfuerzo para hacer lo que tengo que hacer. Dicho de otro modo, laburo como una burra de molino durante mucho tiempo para después disfrutar de gastar pocas energías en las tareas asignadas.

Eficiencia. Lo que nos cuesta la eficiencia, che.

Pero, de todas las decisiones que tomé hoy, la que más me cuesta es elegir con qué color pintar las habitaciones. Es que... dudo. No sé. Los colores que se me ocurren me gustan, pero no sé por cuánto tiempo me van a gustar. Muchos son oscuros y, cuando pienso en un color para cada habitación, me salen con que mejor las puertas y los marcos de las ventanas de color blanco que es el que se encuentra más fácil y blablablabla. No quiero blanco, no quiero rosita, verdecito chamuscado, beige desgastado. Quiero colores pulenta. Pero dudo.

Me voy a tomar un tiempito más en pensar este tema, me parece. Aunque creo que el pintor se va a ir para no volver... cosas de la vida, que le dicen.


jueves, 3 de enero de 2019

Hoy es día D: Mudanza

Y sí, así empezamos el año, con mudanza.
Viste cómo es, uno empieza a poner las cosas en cajas, ordenadamente. Esto, sí; esto, no. Va pasando el tiempo, te vas aburriendo y sos menos selectivo. Vamos que va, y tirás todo en la caja/canasto/bolsa o afín.
Bah, yo soy medio así. Hay gente muy ordenada, es cierto. Cuando sea grande quiero seguir siendo así...

De todos modos, esto de poner tu vida en cajas tiene lo suyo, ¿no? Digo, uno aprende cuáles son sus prioridades (primero en la lista: instalar el lavaplatos), qué cosas atesora (los libros, claro, a esos les dedico cariño y tiempo de embalaje y transporte)... ¿Cuáles son tus prioridades a la hora de mudarte?

Igual las mudanzas son buenas. Te deshacés de lastres, encontrás otros que no sabés si te gustan o te van... Cambiás de barrio, de chino, de vecinos, de subte/tren, de código postal. O de blog.

Oia, mirá vos. Me mudé a este blog. ¿Cómo lo voy a organizar? ¿Qué temática usaré? ¿Cómo imprimo mi toque?

Qué sé yo, señora. Estoy en medio de un quilombo de cajas. Espere, por favor, un par de días y ya iremos viendo...