jueves, 28 de mayo de 2015

Día de pensar en nada

blister in the sun
blister in the sun by Martin Fisch, on Flickr
Ingrávidos y gentiles.

114 + 115 + 116 + 117 + 118 + 119 + 120 palabras de yapa (demasiadas, no las leas)

—¿Y en qué consistiría pasar de casado a soltero?
—En que dejás de llorar por la leche derramada y empezas a querer derramarla.
—¡Juan!
—Es de salón Ani.
—Sos un animal.
—Pero domesticado por vos, mi cielo. En serio, Migue, tenés que disfrutarla.
—No sé qué te imaginás, Juancho. Todo lo que hacía de casado, lo sigo haciendo igual, y no tengo tiempo de hacer nada nuevo. Es gracioso, cuando Sol se fue pensé que se me venía el mundo abajo, pero resulta que se quedó ahí. El que se fue abajo fui yo.
—¿Sabés algo de Solange?
—Nada.
—Qué raro.
—¿Por qué?
—No sé, es raro que alguien desaparezca así de golpe, ¿no?
—Me llamó al menos.
—Psé. Volviendo: la bestia de mi marido tiene razón. Algo de tiempo libre tenés que tener. Aprovechá para hacer algo nuevo.
—Estoy en eso: leo "El alquimista".
—¿Coelho, vos? estás hecho mierda, pibe.
—No me lo compré, me lo regaló Silvana.
—No me jodas, ¿Silvana?
—Epa, ¿quién es Silvana?
—Es la profesora de gimnasia de las chicas.
—¿Está buena?
—¡Siempre el mismo baboso, vos!
—Se trata de un amigo, es información vital.
—Tiene veintidós años.
—¿Y qué mierda tiene que ver? ¿Está buena o no?
—Claro que está buena.
—No sé por qué "claro". En mi escuela, la profesora de gimnasia era un chabón.
—Silvana está buena. Pero tiene veintidos.
—Mayor de edad, consentimiento mutuo, su ruta.
—¿Juan, qué puedo tener en común con una de veintidos?
—En común nada. Viva la diferencia y todo eso.
—Ani ya sabe lo que opino. En el colegio, nada. No quiero quilombos.
—Veo que aceptás que la Silvana te está echando los galgos.
—Oh sí que se los tira.
—¿Vos de que lado estás, querida?
—Del lado que te haga bien.
—Es unánime: garchate a Silvana. O a cualquier otra. Pero garchá.
—Dale, cuando se de, te grabo el video.
—Migue, la bestia tiene algo de razón. Tenés que conocer chicas. Bíblicamente o no.
—Yo, por conocer, encantado. Pero decime dónde, porque en el trabajo, no.
—Y... salí, andá a bailar.
—¿Bailar? No, gracias.
—¿Por qué no?
—Siempre lo odié: dar vueltas a la pista, encarar al pedo, hacerme el simpático a los gritos.
—Pero vos sos simpático.
—Ahora es simpático. En ese entonces era un pejerto insufrible. Yo también, ojo, pero disimulaba.
—Lo que importa es que desde tercer año que me puse de novio, no volví a bailar. No voy a empezar ahora.
—Miguel, querido, dejame que te diga algo. Antes eras un pejerto, y ahora sos un nabo. Las minas se la pasan diciendo que no hay hombres y es cierto, no hay. Tenemos no se cuántas amigas solteras. Además, no sé cómo pero te mantenés en forma. A esta edad la mayoría estamos con una panza de birra que no se va ni con tres meses en Biafra. Si durás más de tres minutos en la pista, es que es un boliche de trolas.
—¿Y si te acompañamos?
—A no, amor, no nos metas en esto. Yo me casé para no ir a bailar nunca más.
—Ani, no insistas. El levante no es lo mío. Soy el peor para iniciar una conversación.
—Es fácil: vas a la mina y le decís "Hola, soy un infeliz sin autoestima que lee a Paulo Cohelo" y te la ganás por lástima.
—En todo caso no digas las tonterías comunes de si venís mucho por aquí o el tiempo o que lindos ojos que tenés.
—¿Y si tiene ojos lindos?
—Está harta de que se lo digan. Vos vas y decís cualquier cosa y dejás que ella se encargue, si está interesada.
—-Entónces: no digo las tonterías comunes, pero digo cualquier cosa.
—Te la hacés demasiado complicada, hermano.
—Vos en cambio siempre salías acompañado.
—Y, viste como es uno.
—¿Y cómo hacías?
—Me leí dos libros de García Marquez y uno de Milan Kundera
—¿Y?
—Nada. Hablabamos huevadas, me preguntaban que hacía, y yo contestaba que trabajaba en un taller mecánico.
—Ajá.
—Entonces la piba me imagina sudoroso y aceitado.
—Y se iba.
—Callate, bruja. Total, que no les decía que llevaba las cuentas de mi viejo. Después, con cualquier excusa, me hacía el culto. Total, mucho no vas a decir en un boliche, con la música al mango. Pero la contradicción de las dos cosas las intrigaba y plin caja.
—Me jodés.
—La purísima verdad.
—¿A vos te hizo eso?
—Él se cree eso. La verdad es que yo lo levanté a él. Y le enseñé a leer, de paso. Miguel, no te hagas la cabeza. No hay ninguna técnica ni secreto. Son ustedes los hombres los que se complican.
—Me van a insistir con esto hasta que afloje, ¿verdad?
—Pero claro, para qué están los amigos.
—¿No puede ser otra cosa que ir a bailar?
—Si se te ocurre, cambiamos el plan.
—Está bien. Pero después no rompan si no pasa nada.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Día de dictar sentencia

Foto por JPL. Haced de ella lo que queráis.
En su libro sobre la metáfora en poesía, George Lakoff* propone que la Gran cadena del ser es una herramienta que utilizamos a la hora de interpretar metáforas o dichos. La idea es que, a lo largo de esa escala cultural que va desde lo inanimado hasta el hombre o Dios según el caso, no tenemos mayores dificultades en "mapear" (en jerga Lakoffiana, hacer corresponder características de) una afirmación hecha sobre un ente menor a un ente que esté más arriba. Gracias a eso, no tenemos mayores dificultades en entender que el dicho "cuando el carro avanza, los melones se acomodan" no se refiere necesariamente a los problemas de transporte de frutos de gran tamaño; y que "un clavo saca otro clavo" nada tiene que ver con una técnica de carpintería que ni siquiera imaginamos. Más aun, si viniera Zublok del planeta Qruic y, alzando su pseudópodo en alto, nos dijera "Hasta el adhesu más crunto se infleza cuando acricede", sabríamos que está hablando de un concepto tal como hacer de necesidad virtud.

Esto, además de dar lugar a frases maravillosas como la de los melones, implica que tendemos por reflejo a mapear cualquier tontería que se nos diga sobre las entidades de nivel más alto. Lector, lectora de estas humildes líneas le propongo un juego: vaya a un generador de palabras aleatoria como este. Escriba aparte unas líneas que comiencen "La vida es como...", "El amor es como...", "La amistad es como...", "Una madre es como..." y luego complételas con el primer sustantivo o verbo que le aparezca (sáquele el "como" si queda mejor). Le apuesto a que, de una manera u otra, le puede agregar una segunda oración que explique la primera.

Dejo las mías:

La vida es mantenimiento. (¿Tengo que explicarla?)
El amor es como puntos. Cada uno no vale nada, pero todos forman una figura.
La amistad es como lavar. Si uno se ensaña con sacar una mancha, al final la empeora.
Una madre es como una montaña. (Hola mamá. No, no voy a poner nada para no meterme en líos. No, no estás gorda, nada que ver. Basta, vieja, hay gente leyendo. Ay, te dije vieja. Perdón)


*Mi sanatero lingüístico favorito.

Palabras de yapa

Salido ya de un resfrío sotreta, mañana vuelven. Como dijera Zublok: hasta la hacienda baguala cai al jagüel con la seca.

martes, 26 de mayo de 2015

Día de romper

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P6216811B breakfast 20130621 via photopin (license)

Hoy en la contratapa de Olé estaba esto:


"Que aparezcan liderazgos ya, en Boca y en River [...] Sean jugadores o DT con huevos..."

No pasaron 14 días del incidente con el gas pimienta en River, y te encontrás algo así. Se necesitan jugadores o DT con huevos.

No. Se necesitarán jugadores o DT calificados, habilidosos, carismáticos, lo que sea. Decir que "hay que tener huevos" es una chiquilinada, pero además es una chiquilinada peligrosa. Si los jugadores tienen que tener huevos, ya sabemos lo que se espera de la hinchada: tener huevos.

Así, bien grandes, bien llenos de testosterona, de agresividad atávica. Huevos. No vale decir que es metafórico, que en el caso de los jugadores tener huevos es ser habilidoso y para la hinchada es alentar, porque no es así. Todos sabemos qué es lo contrario de tener huevos: ser cagón, huir del enfrentamiento. Tener huevos es salir a pelear. No a jugar, no a alentar: a pelear, a demostrar que uno es más que el otro. Lo único que importa es no arrugar. 

Me imagino los huevos aplicados a otras áreas de la vida. El gasista que viene y busca la pérdida con un fósforo, porque tiene huevos. "Esta cirugía tiene una sobrevida del veinte por ciento", dice el cirujano, "pero te voy a operar igual, porque tengo huevos". "Vos no te preocupes, que te llevo a Ezeiza en media hora", dice el tachero, "porque tengo huevos". "Para qué voy a hacer cálculos de estructura", dice el arquitecto, "yo te hago la torre igual, porque nadie tiene más huevos que yo".

¿Suena raro? No suena tan raro en política, donde dos por tres aparece la idea de que tal o cual "tiene huevos". Para tomar decisiones impopulares, para enfrentarse a las corporaciones, para denunciar, para oponerse hay que tener huevos, parece. Y no: hay que tener convicciones, hay que tener un plan, hay que tener pruebas, hay que tener decisión. Lo que menos necesitamos son políticos que gobiernen o legislen porque tienen huevos, porque son los primeros en hacer lo que les sale, justamente, de los cojones.

sábado, 23 de mayo de 2015

Día de hacer preguntas equivocadas

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? by Klaus Friese, on Flickr
—Tu sueño —dice mi amiga Clara—, ¿por qué no puede haber sido una espíritu que te visitara, en tu sueño?
—Con la evidencia que tenemos, ¿qué es más probable, que las personas sean una representación de mi actividad cerebral, o que sean espíritus?
—Sí, pero, ¿por qué no puede ser? —insiste.
—Creo que el problema es la pregunta. "¿Por qué no?" es una de esas preguntas como "¿cuál es el sentido de la vida?": presupone demasiado. Es preguntar por qué las cosas son así y no de otra manera; y la verdad es que estamos bastante en pañales tratando de responder cómo son.
—Así que no podés responder —dice ella, triunfante.
—No; pero te puedo decir que el sonido de la trompeta es rojo, y qué pH tienen las siestas de los jueves. Digo, si te sirve de algo.

Día de jugar con fuego

Hawaii Fire Dancer
Hawaii Fire Dancer via photopin (license)
Cuando tenía tu edad, jugaba con mis amigos a la guerra, a los vaqueros, a ladrones y policías, a espías. Los detalles no tienen importancia: había armas, dos bandos, y nos perseguíamos, nos acechábamos hasta que uno decía ¡BAM! y otro caía muerto o herido, como tuviera ganas.
El juego seguía hasta que dos salían al mismo tiempo de sus escondites, disparaban y se negaban a morir. No me pegaste, sí te pegué. No. Sí. Entonces se rompía el hechizo. El juego no se apoyaba en ninguna regla más que la confianza mutua. Cuando alguien traicionaba esa confianza, era imposible jugar.

Muchos años después, en unas vacaciones, nos pusimos con unos amigos a jugar al Jodete. Discutimos cómo iban a ser las reglas. Uno de nosotros quería jugar a rajatabla: si te quedabas con dos o una carta y no avisabas, serías penalizado. Si avisabas al jugador de turno que tenía que avisar, también. Y si amagabas jugar y no te tocaba. Y si avisabas a quién le tocaba.
Como para que no quedaran dudas, pusimos todo por escrito. Al rato, dejamos solo al jugador talibán: era insoportable jugar así, casi en silencio.

Eso es todo cuanto tengo para decirte acerca de las leyes, hijo mío.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Día de hablar con los muertos

Fox Skull
Fox Skull by Giant Ginkgo, on Flickr
Soñé a mi abuela.
Estábamos en la terraza de la casa de mis padres. Primero yo solo, tratando de ordenar algunas cosas; después venía ella a ayudarme. "Estás muerta", le dije. "Sí, pero me dejaron venir", respondió. Charlamos.

Soñé a mi tío. Venía caminando, libre de su silla de ruedas, flaquito y ágil, feliz. Pocas veces desperté tan contento de un sueño.

Con mi papá no hubo palabras. Se abrió una puerta y apareció. Puso cara de "qué le vamos a hacer" y nos abrazamos. Lloramos.

A los que vienen a venderme el cielo, ese de hosannas eternas, les digo: no gracias. Tengo mi propio cielo. Es tan ilusorio como el otro, pero más real. No es eterno, pero es mío; y cuando me vaya no lo necesitaré más.

Ese cielo es mío sin pagar ese precio que me piden. Lo pago con ausencias, y eso basta.



lunes, 18 de mayo de 2015

Día de no andarse con pavadas

miracles...
miracles... by Just me...., on Flickr
La definición de "huevo" es mucho más laxa que la de gallina. No importa la cantidad de cualidades que uno pida de una célula con cáscara para llamarla "huevo", esa cantidad será menor que las que le pediría un animal para llamarlo "gallina". En algún momento de la historia evolutiva nació de un huevo propiamente dicho una primera gallina propiamente dicha, sin importar qué quiera decir "propiamente dicha".

¿Listo? Pasemos a buscar ahora una cura para la alopecia y no perdamos el tiempo en tonteras.

113 palabras de yapa

—Estuvo bárbaro, Ani. Buenísimo.
—Me alegro. ¿Café?
—Dale.
—Dale que me ayudás a levantar, Juancito.
—¿Y quien me ayuda a levantarme a mí?
—Dejá, yo voy.
—Está bien, boludo, quedate. Igual son pocas cosas. Así hago ejercicio.
—No me respondiste, Migue. ¿Querés café?
—Sí, sí, dale. ¿Segura que no querés ayuda?
—Vos quedate ahí. Disfrutá mientras el resto trabaja. Oligarca.
—Bastante ocupado estarás en casa. Por lo menos nosotros distribuimos tareas. ¿Ya vivís en medio del desastre?
—Trato de ordenar.
—¿Cómo te trata la soltería?
—Qué se yo... Mal, supongo. Bajé de peso.
—¡Qué bien!
—Si vos lo decís... yo creo que es inapetencia crónica.
—Debe ser que salís a correr.
—Hace meses que no piso el parque. Se me fue la ansiedad de hacer cosas.
—Estás pasando de separado a soltero. Felicitaciones.

domingo, 17 de mayo de 2015

Día de luchar contra los elementos

Kolmanskop ghost town
Kolmanskop ghost town by Damien du Toit, on Flickr
Nos dijo la chica del Feng Shui que en la casa hay que tener un poco de cada elemento. No nos ponemos de acuerdo sobre dónde colocar el iterbio.


111 que me debía + 112 palabras de yapa

Se aleja dando pasos que son saltitos de muñeca y va a reunirse en la barra con sus compañeras, todas vestidas para provocar pero convencionales comparadas con ella. Una pelirroja te ve mirando, da un paso y algo a tus espaldas la detiene. Girás la cabeza: desde la mesa de atrás, un hombre entrado en años te observa con una mueca divertida en los labios.
—Si pretende escribir algo en este lugar, joven —dice con voz de barítono— necesitará pasión por la escritura y extrema capacidad de concentración. Un poco de senescencia sexual tampoco viene mal. En todo caso: nunca, nunca, mire a la Hidra a los ojos, porque puede transformarlo en piedra.
Pensabas que esa era Medusa.
—¡Bien! Alguien con lecturas. No se puede escribir sin leer, por más que la industria editorial se empeñe en contradecirme. Mírelas. Con cuidado, con cuidado. Todas distintas y todas una. Betty, Peggy, Mary, Julie. Una Hidra de muchas cabezas, piel sedosa y mirada petrogénica. Entiendo la fascinación por entrar en su morada, pero no lo recomiendo. ¿Viene acaso a hacer trabajo de campo? ¿Policial negro, tal vez?
No, para nada, respondés. Escribís sobre gente común.
—Entonces ha venido al lugar equivocado. O tal vez no: nada más común que el sexo.
Tiende una mano gigantesca por sobre la mesa y se presenta.
—Paul McCartney, encantado.

Día de lijar madera

Würzburg
Würzburg by Bill Barber, on Flickr

Día de quedar bien con Dios y con el Diablo

capture the sky
capture the sky by tanjila ahmed, on Flickr

Día de revolcarse en el barro

bruno's sculpture garden
bruno's sculpture garden by Gavin Anderson, on Flickr

Día de hacer el bien sin mirar a quién

breaking of the shell
breaking of the shell by Norma Desmond, on Flickr

Día de dar la nota

My violin made in about 1770
My violin made in about 1770 by Aaron Wolf, on Flickr

viernes, 15 de mayo de 2015

Día de codearse con la nobleza

Colorful Balloons
Colorful Balloons via photopin (license)

Por si no estuviste en la clase de química: los electrones son mucho más felices, más estables, cuando hay otro en el mismo andarivel que ellos. Por eso,

agagagºgqaºuqAUA1JA1JA1JJIiaiaºkiakAK.2AQKAkqqjqºJLK ç
(ese fue el menor aporreando el teclado)

los átomos tienden a dar, recibir o compartir electrones con tal de apaciguarlos.

En nuestro país, por otro lado, hay una comunidad dedicada a la permacultura. Como tal, buscan la autosustentabilidad y el gasto mínimo de energía.

Como los átomos. Pero no todos los átomos. Los gases nobles, como el helio tienen todos sus electrones apareados y se arreglan muy bien sin andar relacionándose con otros átomos, gracias. La nobleza es así.

La cuestión es que en la comunidad esa que les decía, no tienen perros. Al parecer, no son eficientes, la caca de perro no hace buen compost, un gasto inútil.

La cuestión es que el helio, con sus dos protones y sus dos electrones, y su reticencia a unirse con otros átomos, escapa a la gravedad terrestre y vuelve al espacio. El helio que hay en el planeta es antiquísimo, encerrado en huecos subterráneos cuando el planeta se formaba. Si queremos más helio aparte de ese, hay que conseguirlo a partir del decaimiento radiactivo de otros átomos. Y ese helio también se irá. No se me ocurre un recurso menos renovable que el helio.

Tampoco me sale pensar que los perros no sirvan para nada, además de guardianes. No en vano se los llama "animales de compañía". Tener animales nos pone en contacto con una parte de nuestra humanidad que si no permanecería peligrosamente muerta. Para mí, eso bien vale replantearse la cuestión de la sostenibilidad.

Así que cada vez que veo un globo con helio, lamento que malgastemos algo tan preciado y efímero en una cosa tan poco útil. Pero recuerdo a la comunidad sin perros, y me pregunto si al fin y al cabo no es lo correcto.

Palabras de yapa

Sin palabras de yapa, ¡castigados!

martes, 12 de mayo de 2015

Día de perder el pelo y las mañas

Peeling walls, por Sebastian Niedlich (Grabthar)
Decía Annie Lennox que la vida es eso que te pasa cuando no estás haciendo el día D. Entonces, tras una considerable dosis de vida, heme aquí de vuelta. Vaya esta entrada por:

1. Día de dar la nota
2. Día de hacer el bien sin mirar a quien.
3. Día de revolcarse en el barro
4. Día de refugiarse en un tapiz
5. Día de quedar bien con Dios y con el Diablo
6. Día de lijar madera
... y este de hoy

756 palabras de yapa

Cerrás la notebook. AZRAEL666 tiene la extraña capacidad de irritarte con muy poco. Sobre todo porque sabés que en el fondo tiene razón: no hay salida de esto. ¿Cómo van a hacer algo ellos, si vos no hacés nada? Y sin embargo, Salgari. La realidad es una carga inutil; supera a la ficción, sí, pero abruma. Quién quiere todos esos detalles, la caspa, la mugre en las uñas. Quién quiere las veces innumerables en que uno se rasca, se acomoda, pestañea. La ficción puede prescindir de todo eso, resaltar lo que desee, establecer sus pocas reglas. Entonces: Salgari. Pero igual, AZRAEL y la madre que lo parió. O que la parió, lo que sea que se esconda detrás del nick.
Te vestís. En San Telmo hay uno o dos bares en los que podés sentarte durante horas, con música aceptable. Escribir hasta la madrugada, dormir en el colectivo de vuelta, ducharte, seguir durmiendo. Es un buen plan, te ha funcionado varias veces.
En la parada, la noche está más fría de lo que esperabas. La campera de jean no es suficiente contra el viento, pero no vas a volver. El colectivo llega y subís. Conseguís asiento y sacás la libreta, listo para escribir. No pasa nada. Te falta inspiracion. (Te falta sexo. Si será imbecil.)
La birome hace un rayón en el papel y apenas conseguís evitar el golpe en la cabeza. El chofer baja del colectivo y sube para anunciar que la unidad está fuera de servicio. Llevanos en las decenas, pensás.
Bajan todos de la unidad, con aire penitenciario. Están en la 9 de julio. Decidís caminar. Caminar es bueno para las ideas.
No tardás en arrepentirte: el viento vuelve, más insidioso que antes. Aun así, seguís adelante. Así deben morir los lemmings, de testarudos nomás.
El bar está en una esquina. Es grande, vidriado, con luces blancas muy ténues sobre las mesas y una iluminación general más bien rojiza, como la luz de una linterna a través de los dedos. Lúgubre de una manera metálica y despersonalizada, elegante con una elegancia que se perdió en la traducción. Por qué no.
Una maître de uniforme tan negro y ajustado como su pelo abre la puerta. No pregunta si venís con alguien; hace un gesto y te guía hasta una mesa. Enseguida llega un mozo adusto, de esos que ya han dejado la cortesía atrás. Mejor: no volverá a mirarte una vez que pidas. Una cerveza. El mozo casi que alza una ceja y se va.
Se te acerca una muñeca de animé. Pelo lacio, negro como el de la maître, pero ahí termina el parecido. Lleva un vestidito blanco ceñido. Las tetas le asoman apenas por el escote, pero igual se ve que son enormes. Los zapato son blancos también, como nuevos; las medias y dos hebillitas en el peso, rosadas. Mientras avanza, esboza una media sonrisa, como si supiera algo que vos no, como si ambos supieran algo que el resto del mundo no.
—Hola lindo.
La mirás y sonreís.
—Ya sé, estoy un poco gato con esta ropa, ¿no? —dice mientras apoya una mano en bajo el escote. Las uñas rosadas recorren la tela hacia abajo—. Pero me porto bien. ¿Me invitás un trago?
Sabé que es una trampa, pero hay algo tan teatral, tan trillado en la situación, que no podés evitarlo. Asentís, y la media sonrisa se transforma en una sonrisa entera. Debe tener feos los dientes, porque no los muestra. A cambio, frunce la naricita al sonreír. Debe estar tan operada como las tetas. Es perfecta, refulgente y completamente falsa. Como el bar.
Se sienta y arrima la silla a tu lado. Las piernas se tocan y ella se contonea de una manera imperceptible, ondula como una oruga que recorre tu cuerpo. No podés evitar alejarte un poco. Ella toma nota. El mozo llega con una cerveza y un vaso de algo que semeja whisky.
—Sos un amor, te gastaste todo en mí —dice al ver tu cerveza. Vení que te compenso.
Mientras te roza la mejilla con los labios, apoya la mano en tu muslo.
—Ay, manché con rouge. Qué va a decir tu novia.
No querés seguir por este camino, al menos hoy. Sacás la libreta del bolsillo, dispuesto a explicarle, pero ella se adelanta.
—¡Un escritor! Qué lindo, hoy son dos. ¿No querés una musa inspiradora?
Sonreís como un tarado y negás. Ella sonríe con toda la cara, ahora. Los dientes también son como el bar. Al irse logra rozar todo su cuerpo contra el tuyo.

jueves, 7 de mayo de 2015

Día de tomar sol

bombones
bombones by Olga Berrios, on Flickr

Lo he dicho montones de veces en clase de genética: como regla general, no existen los genes "para". No hay un gen para la trompa del elefante, ni para huir del sol fuerte, ni para apreciar la música.

Pero le llevo mandarinas al más chico cuando sale del jardín, y se niega a seguir caminando. Alfajores, manzanas, cereales o bananas los come en movimiento; pero las mandarinas no. Me pregunto cómo es posible que tenga la misma preferencia que yo por comer mandarinas sentado al sol, si nunca me vio hacerlo. A ver si resulta que hay un gen para eso.

104 palabras de yapa

AZRAEL666: ¿Es lesbiana?
LUSCIOUS: ¿Luján?
AZRAEL666: Ingrid
LUSCIOUS: No.
AZRAEL666: Parecía.
LUSCIOUS: No, no es. ¿Mucho?
AZRAEL666: Un poco.
LUSCIOUS: No es.
AZRAEL666: ¿Y Luján?
LUSCIOUS: No sé. Tampoco, creo.
AZRAEL666: Te falta sexo.
LUSCIOUS: Va a haber.
AZRAEL666: No te creo. Demasiadas vueltas.
LUSCIOUS: Va a haber.
AZRAEL666: Te falta sexo.
LUSCIOUS: Ya me dijiste.
AZRAEL666: A vos, te falta. Por eso no escribís.
LUSCIOUS: Hemingway.
AZRAEL666: ?
LUSCIOUS: El que vive lo que escribe, o escribe sobre lo que vive. Yo soy Salgari.
AZRAEL666: ¿O sea?
LUSCIOUS: No hace falta vivir para escribir. Mirá la fantasía, el terror, la ciencia ficción.
AZRAEL666: Igual.

Día de caminar entre árboles muertos

DSC08751
DSC08751 by Mike Steinhoff, on Flickr
Cada año que vuelvo de la feria del libro renuevo mi amor por la lectura y acreciento mi aversión hacia los libros.

103 palabras de yapa

Primero pienso que es una broma, pero Luján sal e a la puerta con una sonrisa que es decisión también. Ahora escapan, pero también escapan de un juego. Es ridículo, le digo, pero tiene razón: el ridículo aligera. Pregunta si hice muchas otras vidrieras como esta. Enumero algunas, las más osadas; no conoce ninguna. Escuchame, dice, tenés que venir un día a ver mi obra. Le pregunto si dirige. Actúa. Tenés que ir, dice Samy, Lu es muy buena. Yo soy muy buena, la obra es horrible, dice Luján; pero estamos preparando otra con otro director, y quiero que vengas. Así dice: quiero.

martes, 5 de mayo de 2015

Día de dejarse llevar

"Breede" jellyfish
"Breede" jellyfish by Damien du Toit, on Flickr

El hombre al nacer es blando y flexible,
y al morir queda duro y rígido.
Las plantas al nacer son tiernas y flexibles
y al morir quedan duras y secas.
Lo duro y lo rígido
son propiedades de la muerte.
Lo blando y flexible
son propiedades de la vida.
Por esto, la fortaleza de las armas
es la causa de su derrota,
y el árbol robusto es derribado por las hachas.
Lo grande y poderoso caerá;
lo humilde y débil se levantará.
Lao Tsé - Tao Te King

La medusa es el animal más taoista de este mundo.

102 palabras de yapa

Es alta, morocha, y usa el pelo corto. Tiene una cara como de muñeca; es de esas a las que el pelo corto las hace ver más lindas. De golpe se queda quieta abre los ojos y frunce la boca en una sonrisa que, si me perdonan la palabra, solo puede caracterizarse como pícara. Sale corriendo y da vuelta a la esquina. Está mas loca que un plumero, dice Samy.
Estamos por entrar al local cuando Luján vuelve y pide que esperemos. Se va para adentro. En la vidriera, a través del boquete en la foto, asoma el brazo de un gorila.

lunes, 4 de mayo de 2015

Día de tener pensamientos impropios

Prière des Apsaras (Siem Reap)
Prière des Apsaras (Siem Reap) by Jean-Pierre Dalbéra, on Flickr

Porque si algo te cae mal, siempre te puede caer peor:

La imagen es la de un harén. Son cinco, seis, ocho. Rubias, morenas, pelirrojas, como cantaban Los Twist, todas mirando al sultán recién llegado con actitud seductora.

La enciclopedia Cambridge del lenguaje cita como un caso de lenguaje corporal universal la "mirada tímida" (coy look). Es un gesto de seducción femenina, en el que la mujer mira como de soslayo, ofreciendo el perfil, y bajando levemente la cabeza. Lo has visto cientos de veces, más o menos exagerado, desde el arte clásico hasta la tapa de las revistas.

La imagen, decía, es la de un harén, un conjunto de doncellas obsequiando miradas tímidas. Y está en todas partes:



101 palabras de yapa

Miro a Samy, la dueña del local, y temo lo peor. No le gusta. Caro tenía razón y es demasiado... tétrico, ¿no?, dice Samy. Pienso explicarle, pero no llego. Desde enfrente se acerca una chica gritando "¡está buenísimo!". Samy se da vuelta y saluda, hola Lu. Es genial, dice la Lu. Es exactamente en lo que pienso cada vez que veo las rejas. Caniles para chicos, eso son. ¿Quién lo hizo? Ingrid, responde Samy.
Se llama Luján y es amiga de Samy. Se queda mirando la vidriera un rato largo, sonriendo. Es muy bueno, dice. Nadie va a mirar la ropa.

domingo, 3 de mayo de 2015

Día de salir al sol

Das rote Sofa
Das rote Sofa by dierk schaefer, on Flickr
Y comer papas fritas.

100 palabras de yapa

De fondo, una gigantografía con la plaza del parque, los árboles que anuncian apenas el otoño, el tobogán y las hamacas tras las rejas. Pegadas a la gigantografia, rejas de telgopor pintado. 
La rotura está cerca de la esquina superior derecha: las rejas dobladas y un boquete en la foto, con fondo negro. Sobre la escalerita apoyada bajo el boquete, un maniquí de nene vestido de presidiario antiguo. Sobre el piso, uno que solo conserva la camisa a rayas y lleva jeans. Los otros ya están vestidos con la ropa del negocio. Juegan.
Arriba, el eslogan: "Ropa para chicos libres". 

sábado, 2 de mayo de 2015

Día de hacer un ajiaco

Ajiaco
Ajiaco via photopin (license)
Decíamos ayer:

En 1958, el economista Leonard E. Read pubicó el ensayo "Yo, el lápiz". En él hace una defensa del liberalismo e ilustra el concepto de la "mano invisible" de Adam Smith a través del detalle de los componentes de un lápiz. Particularmente, del hecho de que nadie sabe hacer un lápiz. Ni el presidente de la compañía fabricante, ni sus operarios, ni los mineros que extraen los materiales necesarios para hacer la mina, ni los leñadores, ni los trabajadores de aserraderos... nadie.

Liberalismo aparte, el hecho subsiste: nadie sabe hacer un lápiz. Es una obviedad grande como una casa, una perogrullada como pocas, y sin embargo más de uno se olvida de que todos dependemos del trabajo de otros hasta para hacer lo que consideramos nuestra especialidad.

Todo aquel que se considere un "self-made man" debería recordar que no sabe hacer un lápiz.  Que no inventó la tecnología que aumentó su probabilidad de sobrevivir a la infancia; que no sabe hacer ladrillos para construir una escuela, ni el papel de los libros que leyó, ni el sistema legal que le permitió intercambiar dinero, ni el dinero mismo. Innumerables otros actuales y pasados forman parte de nuestra vida. Si es posible hacer de la vida una obra de arte, inevitablemente será una obra colectiva.

Fue el día del trabajador. Ojalá haya un futuro en que se una con el día de la cooperación. O del lápiz.

99 palabras de yapa

—No entendés. Estás mejor que a los veinte. A los veinte, enganchar veinteañeras era difícil. A los treinta, una papa.
—Cuchame, experto, ¿desde cuándo estás casado vos?
—Ta bien, ya sé. Lo mismo, que yo sea un gil no significa que vos lo seas también.
—No sos un gil, Juan. Ni lo fui yo.
—Pero nos portamos demasiado bien. Esta es tu oportunidad de portarte mal. Putanear, en una palabra.
—Vos querés que yo haga las cosas que vos no podés hacer.
—Totalmente.
—Es lo más parecido a prostituirme que me han propuesto nunca.
—Exacto. Cobrame lo que quieras.