
Dice un cuento sufí que hubo un hombre santo al que se le apareció un ángel. "Recoge agua del pozo", dijo el ángel, pues mañana el diablo hechizará el pozo y todos enloquecerán.
El santo recogió tanta agua como pudo y avisó a sus vecinos del peligro, pero nadie le hizo caso. Al día siguiente, todos habían enloquecido: hablaban y se comportaban de forma extraña. Pero al mismo tiempo, nadie se daba cuenta y seguían con su vida, pensando que todo era normal excepto el santo, que pensaban que había enloquecido.
Pasaron los días y el pobre santo quedó aislado de su gente, que lo miraba con pena mientras hablaban en un lenguaje nuevo de actividades y noticias que él no comprendía. Finalmente, resignado, el santo volcó sus vasijas, fue al pozo y bebió del agua. Entonces pudo entender lo que hacían los demás, esos que celebraban la curación milagrosa del pobre loco.
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