martes, 4 de agosto de 2015

Día de escuchar cómo crece el pasto

cornfield

No son los medios.
No es la alienación de la vida moderna.
No es el mundo mecanizante del trabajo.
No es "el sistema",

Volver del jardín no es tarea fácil: sale entusiasmado los primeros veinte metros. Después se encuentra con los amigos, los que acaban de salir de la misma salita que él y esperan a los hermanos que van a primaria. Juega un rato, y salimos. Al lado del colegio hay unas canchas elevadas. Una especie de terraplén de material ofrece la fascinación de trepar. Más allá, no hay aliciente para avanzar: me toca a mí.
Justo cruzando la esquina, el edificio tiene un adorno singular, unos cilindros de hormigón cortados al sesgo. Desde sala de dos que esos son tambores. Nos metemos, golpeamos las superficies. Yo hago sonidos de tambor; él canta. La pasamos bien.
Hoy cruzamos la calle, se metióe entre los cilindros. ¿Qué vas a tocar?, le pregunté.
Golpeó con su manita el hormigón. No puedo tocar así, dijo y golpeó de nuevo. No son tambores, es piedra.

No es nada de afuera; no se culpe a nadie.

Es que la imaginación de chicos se nos pasa, la dejamosa atrás. A la otra, la imaginación de grandes, hay que armarla.

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