viernes, 4 de enero de 2019

Tomar decisiones

¿Dónde guardo el azúcar? ¿La compu está bien acá? ¡No tengo donde meter los calzones/el jabón en polvo/la cámara digital?

Todas esas cosas me hacen pensar mucho. Porque la taza donde tomo el desayuno no puede estar lejos de la pileta ni del microondas. Tiene que estar, qué decir, equidistante. Para no caminar al pedo para hacerme una taza de café. Lo mismo con todo. Las cosas deben estar ubicadas donde sea más cómodo y sencillo encontrarlas.
Es que soy muy vaga, sépanlo. Así que me toma mucho tiempo idear el mecanismo por el cual hago el menor esfuerzo para hacer lo que tengo que hacer. Dicho de otro modo, laburo como una burra de molino durante mucho tiempo para después disfrutar de gastar pocas energías en las tareas asignadas.

Eficiencia. Lo que nos cuesta la eficiencia, che.

Pero, de todas las decisiones que tomé hoy, la que más me cuesta es elegir con qué color pintar las habitaciones. Es que... dudo. No sé. Los colores que se me ocurren me gustan, pero no sé por cuánto tiempo me van a gustar. Muchos son oscuros y, cuando pienso en un color para cada habitación, me salen con que mejor las puertas y los marcos de las ventanas de color blanco que es el que se encuentra más fácil y blablablabla. No quiero blanco, no quiero rosita, verdecito chamuscado, beige desgastado. Quiero colores pulenta. Pero dudo.

Me voy a tomar un tiempito más en pensar este tema, me parece. Aunque creo que el pintor se va a ir para no volver... cosas de la vida, que le dicen.


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