jueves, 19 de febrero de 2015

Día de leer el prospecto


Foto por Juan Pablo Luppi, Licencia de Creative Commons
Cayó en mis manos, mejor dicho en mi pantalla, una enciclopedia de remedios naturales, de esas que abundan en las librerías. Una edición con fotografias, nombres científicos de las plantas, un lujo. El original debe valer sus buenos mangos.
Desconfío frente a estas cosas. Algunos piensan que es porque no creo en nada, pero no es así: ¿cómo no voy a creer que el extracto de una planta pueda tener efecto? Preguntenlé a Sócrates. Es solo que, citando a Tim Minchin, la mayoría de estas cosas o se ha demostrado que no funcionan o no se ha demostrado que funcionen.
Mal de mi parte: puro prejuicio, supongo. Uno más cegado por la ciencia. Entonces, para curarme en salud elijo una página al azar: una hierba china, poligonácea ella, buenísima para tantas cosas que no se pueden contar. Entro en Pubmed a ver qué estudios apoyan esas propiedades que dicen.
A favor: un review chino que dice que se usa, sin mayores aclaraciones. En contra: los estudios de las personas que entran al hospital con hepatitis causada por el hierbajo.
Me imagino el juicio que le harían a un libro de medicina que no hablara de los efectos secundarios de los remedios. Pero seguramente habrá un lugarcito en la enciclopedia que dice que consultes a un médico, que no son sustitutos de medicamentos, etc.

Un servidor, mientras tanto, se apegará al poster de Mulder: quiero creer. Pero denme con qué.



50 palabras de yapa

Dejé la heladera vacía; paso por la pizzería frente a la plaza. El negocio está lleno pero no son clientes sino los chicos del delivery y sus amigos. Se ve que la noche viene lenta. A uno de ellos lo descubro mirándome más de una vez. Me pregunto qué ve.

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