martes, 21 de enero de 2020

Mirar una película vieja

El cine antiguo está sobrevalorado, lo sé. Por más que hay obras que son pioneras, de las que la industria vive tomando prestadas ideas y recursos, también es cierto que sobre esas ideas originales se ha trabajado y perfeccionado el arte.
Si se trata de resultados, no hay dudas de que el enano en los hombros del gigante llega más alto. Y como espectador, elijo los resultados.
Al menos como espectador de cine.
Así que cuando se busca una película antigua, no creo muy aconsejable buscar o esperar el deslumbramiento (al menos sincero) frente a la originalidad. Nos pasa un poco como cuando escuchamos por primera vez a Jimmy Hendrix: son cosas que ya hemos oído muchas veces, y mejoradas, depuradas por la técnica, maximizadas por los recursos más modernos.
Para los espíritus curiosos, el cine antiguo trae la sorpresa de cosas desusadas, la extrañeza de una lengua parcialmente muerta. Puestos en este plan, cuanto más antigua y marginal es una producción, mejor.
Para quienes no buscan más que entretenimiento, ver una película vieja, que tal vez ya se vió en su estreno, es una oportunidad de recapitular. Ya desde la misma elección podríamos tomar noticia de a qué tiempo de nuestra vida nos queremos acercar.
La experiencia nos va a dejar con otra perspectiva de qué hicimos entretanto con nuestra vida.
O no, pero siempre es bueno intentar.

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