martes, 31 de marzo de 2020

Ponerse

Qué fácil se le hace a todos pedir favores. Y más en situaciones excepcionales. De hecho el estado de excepción es LA condición que habilita a pedir favores. Esto es gracias a un equívoco tan extendido como dañino: la falsa idea de que los favores son actos gratuitos.
Tomar los favores como excepciones tal vez sea una consecuencia de la mercantilización de la vida, no sé: se lo dejamos a los historiadores (a los filósofos no, hasta que se reconcilien con los poetas). Lo que sí sabemos es que a medida que se degradan las cadenas de favores, por un lado se piden con más liviandad, y por otro lado cada vez de percibe mas renuencia hacia concederlos.
En un mundo ideal, los favores se pagan, son un sistema complejo.
Que se puede distorsionar, favoreciendo la desigualdad y el abuso? Chocolate por la noticia!
El gran problema es cómo registrar, y recordar oportunamente las acciones.
Nuestra memoria es tenue y tendenciosa, y el paso del tiempo la vulnera todavía más.
Si no pagamos hoy los favores, se perderán mañana.

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