lunes, 9 de noviembre de 2020

Probarse las pilchas que van a dejar

Nuestra cultura de consumismo predicha por Aldous Huxley hace que ponerse la ropa de un muerto sea un acto despreciable, una abominación que cualquier persona sana evita por todos los medios, lo que deja a quien lo hace con el estigma del intocable desposeído dispuesto y expuesto a cualquier extremo, sin amor propio, sin dignidad, sin derechos.
Pero como todo es vanidad, lo que reluce es oro y como te ven te tratan, comprar ropa de segunda mano en las ferias americanas es totalmente cool, porque las ferias están en lugares chetos, o porque son pocas, o porque son para entendidos, o porque al final, algo se paga.
¿Y de dónde se imaginan que sale esa ropa?¿De gente tacaña que vende la ropa usada?¿De la ropa que deja para el cartonero la gente que no es tacaña?
Es ropa de gente muerta, o de adictos que se roban las cosas de otros para transarlas, pero sobre todo de muertos. 
Y ahora, para qué tanto escándalo: si no hay como heredar chucherías.

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