viernes, 20 de noviembre de 2020

Recuperar el sueño

Una de las cosas más difíciles de hacer a propósito es dormirse. Más difícil todavía que tener una erección a voluntad. Uno puede concentrarse en las cosas que lo calientan, y si tiene una imaginación "fuerte" el pito se para solo (por eso es bueno estimular la imaginación de los varones desde chicos).
Hay muchas teorías sobre cómo hacer para dormirse, cada tanto aparece una nueva, y todas se reducen a tres formas básicas: por desgaste, por inducción, y por intoxicación.
Por supuesto que la única que tiene sentido es la tercera. Una droga te duerme y punto, hay drogas mejores y peores, más precisas y más erráticas. Con mayores o menores efectos secundarios. Por ejemplo, el alcohol tiene un efecto inespecífico, bloquea el ciclo de Krebbs haciendo que las neuronas se asfixien y baje el rendimiento de las funciones cerebrales. Según la ley de la demencia, lo último adquirido es lo primero que se pierde, y al primer trago empieza a disminuir el control de impulsos, el foco atencional se reduce, etc. Con suficiente dosis, el aparato digestivo pide gancho y te hace dormir. Con una dosis mayor, desmayo. 
Muchos usan ansiolíticos para dormir. Si se tiene ansiedad, no se puede dormir, por eso funcionan en muchos casos. Pero el sueño que dan los ansiolíticos es un efecto secundario, si los toman para eso los están usando mal.
Los neurolépticos son más directos: bloquean la actividad cerebral. No producen verdadero sueño, pero de alguna manera logran ponerte inconciente y laxo.
Y por último los hipnóticos, no te hacen imitar un pato al sonido de una campanita, te hacen dormir. Cómo? Son benzodiacepinas que salieron mal: el efecto secundario es más fuerte que los demás.
Finito con las drogas, pasemos a los métodos "naturales".
La inducción consiste en convencerse por similitud de que uno se va a dormir. Bajar las luces, poner música suave, pensar cosas relajantes, respirar hondo hasta marearse. Todo apunta a que el cerebro se confunda y crea que tiene sueño. Con un poco de fe, se consigue. Todo esto se basa en el supuesto de que la voluntad puede hacer casi cualquier cosa, como modificar un estado de ánimo. Lo cierto es que debe su eficacia a la magia simpática.
Por último, están los que recomiendan diversas formas de ejercicio para dormir. Suponen que la persona tiene una cantidad de "energía" que se puede descargar al ejercitarse. Es cierto que las reservas de energía real utilizable son finitas, pero cuando se agotan más que dormir se puede tener un coma. La "energía" más bien parece un sinónimo pretencioso de las ganas de seguir jodiendo. No vengan conque si tienen ganas de dormir entonces no tienen ganas de joder, porque así como en un balde puede haber pejerreyes y borriquetas al mismo tiempo, en una persona puede haber ganas de muchas cosas sin que ni siquiera tenga que estar de acuerdo. El ejercicio produce, en primer lugar y principalmente, dolor. Y el dolor induce la secreción de endorfinas ¡Que son drogas!
Lo que deberíamos practicar, es encontrar el movimiento voluntario de dormirse. Uno puede pestañear, puede levantar un brazo, sentarse, y hasta vengarse de un mal tendero sin necesidad de pensar, poner música, visualizar arcoiris ni prepararse conscientemente. Es algo que se hace. Y es algo que no siempre hicimos, así que si se puede mandar un pulso para poner el cuerpo en acción, también tiene que poderse hacer con el bocho.



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