jueves, 25 de junio de 2020

Controlar la presión

Acá en el Río de la Plata, "la presión" es la tensión arterial, también le decimos tensiómetro al esfigomanómentro, pero en fin...
Controlar la presión es tomar la presión, que en realidad es medir la tensión arterial.
Aprender a hacerlo es uno de los gustos que están al alcance de muchos.
Ahora es más accesible aún a las masas desde que venden esos tensiómetros digitales que te ponés en la muñeca. Claro que además son fuente de no pocos sustos: si no se coloca el brazo en la posición correcta, puede dar valores más altos que lo normal. Con lo que uno se asusta y le sube la presión, je.
Con esto suele haber muchas confusiones, la gente asocia la hipertensión con el mal temperamento, en relación inversa. Se cree que enojarse hace subir la presión, cuando más bien suele ser al revés: el hipertenso sufre daño neurológico en su corteza frontal, pierde control de impulsos y se vuelve irascible. Típicamente las personas "frontalizadas" achacan a los demás sus propios problemas: "me ponen nervioso". También es común la identificación con el síntoma: "me hago mala sangre", una forma de naturalizar el problema y renunciar a corregirse.
Si una persona sana se angustia, se enoja, o se agita por cualquier causa, la presión le sube un poquito, pero si sube mucho, no es por la angustia, no es por estrés: es por la hipertensión.
No llego a darme cuenta si los cardiólogos recetan a veces ansiolíticos porque son burros y leyeron un artículo sobre psicosómáticas, o en realidad son muy vivos y sabiendo que el paciente es un hipertenso leve, prefieren darle algo que sí va a tomar, con un argumento agradable a sus oídos, tratando de que de paso hagan un poco de actividad física y vivan mejor.



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