lunes, 29 de junio de 2020

Ordenar

Otra vez sopa!
Bueno, así es la termodinámica: hay que trabajar mucho para que todo siga igual.
Para variar, hay días en que uno se pone a acomodar sus cosas para que: 
  • ocupen menos espacio
  • están más a mano
  • se vea más lindo todo
  • porque sí
O también, como hoy, no se trata tanto de mover objetos como de dar órdenes. No indicaciones, no sugerencias, mucho menos pedir. De vez en cuando hay que usar el viejo y querido modo imperativo, que según la mayoría de los expertos, es el modo primordial del habla.
Cierto que se complica si todos nos ponemos a hacer lo mismo, como esa vez que los controladores de Un Mundo Feliz hicieron una sociedad experimental de alfas: poblaron una isla con personas condicionadas desde la gestación para mandar. No es necesario ser el Marqués de Sade para darse cuenta de que el imperativo kantiano, de obrar de manera que el principio de tus actos pueda ser universal, es impracticable. Él mismo se dio cuenta y lo cambió pro ese otro de tratar a cada uno como un fin en sí mismo. También es impracticable, pero eso es harina de otro costal: como ideal es bonito y menos problemático.
Todas estas contradicciones vienen de nuestra (?) rigidez y falta de imaginación. Ya lo dijo Maquiavelo: muy rara vez se encuentra alguien capaz de cambiar su modo de actuar de acuerdo con las circunstancias.
El ideal maquiavélico es una persona que puede tanto ordenar como obedecer según sea preciso.
Como no es fácil pedir que todo el mundo haga caso, porque desde la revolución francesa en adelante (y por esto se la tiene más presente que a las otras) todos aspiramos a ser como reyes.
Pero si todos somos reyes al mismo tiempo, ahhhh...
Algo habremos de aprender.

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