domingo, 21 de junio de 2020

Engañar a los niños

Tengo la teoría de que todos los mitos, leyendas y religiones, simplemente "eran una joda y quedaron".
Por más que uno se oponga activamente a venderles fruta, cada tanto pasa que no queda otra que embaucar a los críos.
Por ejemplo, elegirles el regalo del día del padre y hacérselos llegar. Ni qué hablar de las mascotas que se escapan.
No puedo evitar admitir que entre estas mentiritas y otras como decirle a un hijo que tu amante es una amiga, o que los muertos los miran desde el cielo y saben todo lo que hacés, hay una escala ininterrumpida.
No sabemos realmente dónde termina la "mentirita blanca" y donde empieza la negación de la realidad.
Por esto nunca faltan los fundamentalistas que pretenden la verdad absoluta: una trampa en la que sólo se sobrevive al costo de una disociación psicótica. También están los cínicos que se habilitan a cualquier falsedad como si fuera  una pavada.
Quién sabe a dónde pueden llegar esas historias que inventamos. Los chicos después las comparten y las deforman a su manera, de hecho hay leyendas que circulan durante años sin salir de una franja etárea, y después son olvidadas por casi todos los adultos.
Así que hay que ser medidos, ya que no se puede evitar el verso, que tampoco sea un festival de poesía.



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