martes, 7 de abril de 2020

Recortar papelitos

Hace mucho encontré -creo que en una revista HUMI- un truquito que se trataba de hacer, en una hoja de papel glacé, un agujero tan grande como para pasar por él. Algo así como la solución de la paradoja del camello y el ojo de la aguja, al alcance de una tijerita escolar.
La solución es fácil: se corta una especie de zig zag para que el papel de despliegue como una guirnalda, al igual que con los farolitos chinos.
Cuando lo ví, ya conocía la banda de Moebius, y el agujero extensible me pareció infinitamente superior. Qué hace la dichosa bandita? Es un aro, que si lo cortan sigue siendo un aro, gran cosa: es un ocho.
El papel desplegable hace que un chico o un adulto atraviese un papel glacé: es un portal. Así es como gracias a una manualidad editorial, un chico de nueve años llega a considerar la textura de la materia, la porosidad del espacio. Así entendí que una hora puede durar una tarde, pero que a veces un rato no cabe en un domingo.
Así se entiende que la creación ex-nihilo es una posibilidad, a condición de que lo creado sea el negativo de lo dado.
Así se prepara uno para aceptar que lo más importante, lo que cuenta del ser es el vacío que funda su desarticulación.
Papel y tijera.

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