lunes, 19 de octubre de 2020

Andar por la sombra

Después de milenios en la oscuridad inventamos el sol. Y todo se vió. Y a casi nadie le gustó lo que vió. 
Pero hubo algunos que aprendieron a no pestañear, y siguieron mirando a casi todos.
Ahora es muy difícil que no se sepa quién anda por dónde y en qué compañías. 
Y aunque es lo que elegimos, y mucho lo pedimos, nos incomoda y nos inquieta.
Como los salvajes, tememos que la mirada ajena se lleve nuestra alma. Creemos estar condenados a perder la piel, como los habitantes de cierta isla, a causa de tanto exponer nuestra imagen.
¿Es necesario volver a vivir en cuevas?¿Está el futuro bajo la tierra?
¡Claro que no! No hace mucho más de medio siglo, nuestros abuelos y abuelas se paseaban bajo el sol sin miedo de insolarse. Llevando la sombra a donde fueran, una sombra propia a la medida.
Es un misterio que hayamos perdido esa costumbre, y es difícil que se vuelva a llevar, pero es innegable que si algo se hizo, se puede volver a hacer.
Está en cada uno hacerse una sombra para llevar y no mostrarse.
No cuesta nada y alivia mucho.




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