viernes, 30 de octubre de 2020

Crear neologismos

Con el ánimo de ser prolijo, comento que los neologismos tienen una larga tradición literaria, pese a lo cual, la psiquiatría los mira con desconfianza y los cataloga como síntoma psicótico. A poco que uno compara, se va dando cuenta de la profunda diferencia que separa eso que en el habla de un delirante funciona como un mojón, piedra de toque o lomo de burro del discurso, de los neologismos verdaderos que proliferan por ejemplo en las publicidades ¿Y vamos a dejar que nos digan que el lenguaje de la propaganda, con su tecnología de marcas y nombres de fantasía hechos para rebañar un rescoldo de atención del fondo de la indiferencia generalizada, es un fenómeno reciente, propio de la modernidad, la posmodernidad y sarasa? 
Siempre hay que sospechar de esas ideas tipo "esto no existía hasta ahora", porque son hermanas gemelas de "antes había respeto", "la vida era más sencilla", y todas esas estupideces.
Cuando la gente no tenía nada que inventar, porque todavía no tenían físico-química ni dibujo técnico, se pasaban todo el tiempo que podían (no tenían mucho, la verdad) inventando palabras, expresiones y giros para decir lo mismo de manera diferente.
La regla siempre es la misma: las expresiones tienen que ser lo suficientemente nuevas para que una vez dichas, se puedan entender en términos de las expresiones conocidas, y lo suficientemente nuevas para que no suenen demasiado como las expresiones conocidas. El receptor tiene que sentir que descubre algo, porque así siente que comparte el don del poeta.
El prejuicio hace que cuando nos dicen neologismos, pensamos en monstruosidades como "orlopro", "mboheio", "subtrenmetrocleta" o "infectadura". Neologismos son todas las palabras nuevas, que estén remachadas por un carpintero loco, traídas de las Islas de las Especias por un aventurero temerario o zurcidas de retazos por un hada madrina no cambia nada. 
Por empezar, toda palabra extranjera es un neologismo. Incluso hasta para la semiología psiquiátrica, donde una palabra conocida usada en un contexto atípico puede contar como formación neológica.
Hoy ya no podríamos vivir ni amar con dignidad sin palabras como "vals", "mambo", "puto", "stand-by".
Los buenos neologismos, como se ve, se adoptan de una, y dejan de ser neologismos. Los que siguen sonando raros, parecen neologismos, pero en realidad son palabras falladas, cacologismos, precarismos, palabroides.

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