jueves, 7 de mayo de 2020

Aprender un ritmo

Casi todos los músicos creen que su instrumento es el más piola. Algunos tienen razones para agrandarse, como los pianistas: el teclado es casi universal, permite todo en materia de composición, y se presta tanto al rol de acompañante como al de solista. Pero en cuanto a desproporción, no hay quien pueda con los percusionistas. Todos parecen creer que lo suyo es no sólo lo más atractivo, sino también lo más didáctico y accesible que existe. Y así hay que ver cómo se entusiasman queriendo hacernos entrar unos engendros de secuencias rítmicas que desafían nuestro sentido de coordinación natural y solamente suenan bien debajo de un colchón de música producida por otros instrumentos.
A no desesperarse, siempre se debe acudir a los grandes maestros, que, aunque la posmodernidad no lo crea, tienen respuestas para casi todo, porque la humanidad es idiota y se tropieza una y otra vez con los mismos problemas.
Para la ocasión, necesitamos al genio de Aroldo Pintos, un señor capaz de hacer que cualquiera aprenda a tocar una chacarera o una zamba. Y eso que son ritmos nada sencillos.
Para lograr esto, tradujo los ritmos en frases fáciles, pregnantes. El ritmo de chacarera es "papito papá, papito papá" ¿ven? Ya lo tienen.
Así es como hay que hacer con cualquiera de estos engendros progres que se les ocurren a los percusionistas.

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