miércoles, 13 de mayo de 2020

Pedir plata

Empiezo por contar que casi nunca le doy plata a la gente que pide por la calle. Y no e falta de empatía, alguna vez me quedé varado y tuve que pedir monedas entre la gente para volver a casa.
También, ocasionalmente, supe lo que se siente no tener nada de plata. Pero nada es ni monedas para el colectivo. Y no saber si vas a conseguir.
Pero también conocí gente que pide en la calle y cuando te entendés la vida y cultura de los pícaros propiamente dichos, bueno, digamos que empezás a sentir desconfianza.
Otro motivo, y quizás esto se relaciona justamente con haber sido parte del grupo de los que piden, es que está como implícito que la caridad es un vicio de los que tienen de sobra. "Que ellos den".
Sin llegar a estar en situación de extrema necesidad, puede pasar que se necesite plata por un evento desafortunado. Por ejemplo, pagar un sepelio ¿a cuánto está ahora? Ahí se ve la fuerza que tuvieron las viejas Sociedades de Socorros Mutuos, originadas en la necesidad de tener un fondo común para pagar los entierros. Hoy nadie se acuerda de eso, hasta que te pasa.
También puede pasar, y es más frecuente, que haya algo bueno para hacer, una oportunidad a destiempo de tus ahorros. Ahí está bueno tener amigos con plata, por eso la gente manda a sus hijos a colegios caros.
Las redes cambiaron todo, dicen. Ahora no se pide en la calle, no se hacen sociedades: se pide en las redes, con posteos, microfunding, patreones y scam. De vuelta, te encontrás de todo.
Pero no hay como pedir en persona, interpelar al amigo, familiar o desconocido con un pedido casi tan íntimo como el sexo:
Quiero tu plata.

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