lunes, 18 de mayo de 2020

Sueños ajenos

No hay fantasía que no nos llegue previamente contada. Si nos fijamos, hay tanto acumulado desde el principio de la historia, que nacemos sobre un colchón de aventuras imaginarias. Por ejemplo, un cuento ¿cuantas veces se repitió cuando lo escuchamos? Del sexo ni hablemos, si no fuera por los comentarios, los dobles sentidos y los secretos susurrados, no sé si tendríamos idea de qué hacer. Tampoco tenemos mucha idea, al fin.
Y las cosas bellas, las personas que nos gustan, tienen atrás milenios de arte para llegar a su forma actual.
Dentro de ese revoltijo de saldos fantásticos, cada uno mete la mano y se queda con algún hilo enganchado. La vida te muestra un montón de cosas, como un vendedor ambulante que trata de colocar sus piezas. Muchas veces nos pasa que vemos mejor lo que otros eligen, y eso es como ponerle un catalejo al deseo. Pero las verdad es que en el fondo hay algún trapito que queremos más que al resto. Algún trapito sucio, ya que estamos, que es el que importa, aunque a veces creemos que no, pero ahí está el único camino a la felicidad.
Y ese trapito, ése también es un sueño ajeno.

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