miércoles, 27 de mayo de 2020

Remendar la ropa

"Tirarlos es mejor que remendarlos" Así repetían las cintas hipnopédicas en los dormitorios del mundo feliz anticipado por Huxley, la distopía que le pateó el trasero a 1984. Esa gente nunca arreglaba nada, porque la economía pancorporativa exigía producir y consumir continuamente. 
Bueno, la hipnopedia no hizo falta. Mejor que el condicionamiento operante de Pavlov, resultó el aprendizaje social de Bardura.
Cierto que si la propaganda no funciona, siempre están los soldados para liquidar la resistencia.
Pero aparte de combatir el capitalismo y toda esa sarasa (la sarasa es una tela, viene al caso), remendar es un acto fundamental ligado a una escena profundamente "desconstructiva" de la literatura clásica.
Conocen "Príncipe y Mendigo"? en realidad sí, es el origen de un argumento repetido mil veces en el cine, y que en el fondo es casi tan viejo como la civilización occidental. Mark Twain fué un genio, todo el mundo debería leerlo.
El hecho es que en algún momento, el príncipe en desgracia es rescatado por un soldado, Miles Hendon, que es como el catálogo de todas las virtudes. Este señor, rescata al príncipe y lo primero que hace es ir a comprarle ropa, usada claro, porque está sin un mango, y mientra el principito duerme, él se pone a remendarla. El hecho de que poder realizar todas esas tareas tradicionalmente a cargo de las mujeres sea una virtud en un soldado está explícitamente reflejado en las meditaciones de Hendon.
Quizás lo importante hoy no sea tanto remendar, como leer a Mark Twain, pero esos sietes no se van a cerrar solos.

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