miércoles, 6 de mayo de 2020

Dejar que otro pelee

Todos los que tuvieron un padre que hizo la colimba saben aquello de que "el soldado no necesita huevos, sino obediencia". Hasta ahí llega el sentido castrense de lo ingenioso. Pero no deja de ser una gran verdad del oficio miliar desde, como mínimo, Sócrates. Para los generales, los mejores soldados son los que pelean cuando y como se les dice, y sobre todo, los que pueden quedarse quietos.
Como todo esto entra en contradicción con la cultura del coraje que nos meten en la cabeza desde que podemos entender un dibujito animado, tratan de ponerle humor a la cosa para que encaje.
Demás está decir que no hace falta haber hecho el servicio militar para terminar metido en ese brete. Se puede sospechar que esto es la causa de que cada vez que nos toca elegir con cierta libertad, nos comportamos como verdaderos cobardes, sin valor ni lealtad, y corremos a tomar el primer atajo que nos prometa volver a quedar obligados.
Pero afortunadamente no somos tan libres. Por lo regular nos gobierna el imperativo de no dejarnos pisotear, de sostener nuestra posición hasta el último hombre, y damos todas las inútiles batallas del día.
Hoy no, que lo arregle otro.

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