lunes, 13 de julio de 2020

Elegir el mal menor

Parece un déjà vu esto. Y seguramente ya pasó, ya tuvimos el mismo déjà vu. 
Elegir el mal menor es algo que hacemos más de lo que quisiéramos, y por supuesto, mucho más de lo que admitimos ante nosotros mismos.
El amor se basa en la mayoría de los casos es este tipo de elecciones, solo que nadie lo va a confesar. Quién tiene la entereza de admitir que su pasión por una persona en especial, no es otra cosa que la droga usada para olvidar que esa persona fué lo mejor que encontró?
Algunos llegan al extremos de no sólo enamorarse una vez, sino de condenarse a repetir el mismo perfil de alguna mala elección con tal de no renegar de su primer enamoramiento.
Aparentar que se elige lo mejor... otro día debería explicar hasta dónde hace falta. Pero de vez en cuando, sí hace falta tomar contacto con la realidad. La prueba de realidad, tan cara a la psicologia anglosajona, no es una cosa de todo el tiempo. La realidad es como el pasamanos de una escalera: se toca cada tando para mantener el equilibrio. O mejor: es como el guarda rail del costado de las rutas, que mejor no llegar a tocar nunca.
¿Cual es la diferencia? Si se trata de tocar la realidad, se pisa la banquina, si se evitar tocar el guarda rail, se termina en la banquina para siempre

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