sábado, 4 de julio de 2020

Jugar en serio

Siempre decimos que lo esencial del juego es la fantasía, el "como sí", la dimensión ficcional. Como se llame, jugamos de mentiritas, jugamos a representar algo que en otro lado podría ser real, de enserio. 
Cuando decimos que los chicos juegan sobre todo a ser grandes, estamos acentuando esta teoría.
Pero si vemos los juegos de los chicos, sólo algunos tienen ese carácter. La mayoría son juegos de movimiento, coordinación y algunos de rivalidad. Los juegos que reproducen cosas de adultos son mayormente del tipo "repetir de activamente lo vivido como objeto pasivo": el adulto da de comer al niño, el niño da de comer al muñeco. Este mecanismo es primario, es anterior a la representación mediante símbolos. Se puede decir que como forma de apropiación, o de aprendizaje de conductas y roles es un precursor de la simbolización (en la medida en que la simbolización permite operar en ausencia del objeto). Pero no es un juego representativo: esa interpretación es adultocéntrica, parte de tomar nuestro punto de vista como el único válido, por el sólo hecho de que es el más accesible.
Los juegos de representación son cosa de adultos, y más que de adultos, son algo cultural, con una historia compleja que arranca con la magia simpática, los juegos ceremoniales, hasta llegar al complejo show-business que son los deprtes de hoy en día.
Nada infantil.

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