lunes, 30 de marzo de 2015

Día de imprimir tarjetas

I got a broken face (FAF)
I got a broken face (FAF) via photopin (license)
Vos, que tajaí mirando blogcitos, ¿tenés tiempo para un cuentito zen? Claro que sí.

Érase que se era un médico militar brillante. Atendía a los heridos que llegaban desde el frente, los curaba en tiempo record y los volvía a enviar a la batalla. Una, dos, tres, tres veces hasta que el soldado volvía manco, rengo, o muerto.
Con el paso de los días y los muertos, el médico comenzó a cuestionarse su vida: "¿Para qué hago esto?", pensaba. "¿Qué sentido tiene curar a estas personas para enviarlos a morir?". Tan apesadumbrado se sentía que finalmente pidió licencia y buscó refugio en un monasterio cercano.
Tiempo después, volvió al hospital de campaña, a curar a los heridos con el empeño de antes, e incluso más.
Uno de los enfermeros se acercó y le preguntó por qué había vuelto a la tarea.
—Es que ahora sé por qué lo hago: porque soy médico.

Y con un floreo, extrajo del bolsillo interior de su saco Armani una tarjeta recién impresa.

Bienaventurado aquel que pueda decidir con claridad qué poner en su tarjeta. Atenti: tal vez no coincida con la ocupación. Puede que una diga: "Sí, soy escribana, pero no solo escribana". Por ahí te cabe mejor alguna otra cosa. Cantante de ducha, silbadora profesional, desmoldadora de flanes impecables. Fijate.




80 palabras de yapa

—No te hagas la víctima.
—Pensé que era la víctima.
—Sí, pero no te hagas. Además, ¿que pretendés, que nadie se entere? ¿Es pecado separarse?
—Me hubiera gustado que no se supiera, sí. Vas a ver, en menos de un mes lo saben todas las madres y los chicos. Sobre todo los chicos me van a romper las bolas. Huelen la sangre, como los tiburones.
—Mirale el lado positivo; seguro que hay madres separadas con una excusa perfecta para hablarte.




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