miércoles, 23 de septiembre de 2020

Amar en secreto

Hay una edad en que nos ofende el amor. No sólo los nenes ponen cara de asco si les hablan de besos, flores y corazoncitos. A las nenas les tienen que llenar la cabeza desde todos los frentes para que se enganchen con la escenografía romántica. Si es por ellas no te tocan un pintalabios. Y para más pruebas, si de casualidad se tienen que enfrentar a una versión menos edulcorada del amor, las nenas sienten lo mismo que los varones: asco.
En el fondo, aunque no sepan realmente de que se trata, los chicos intuyen que se trata de compartir funciones corporales, y las que ellos conocen son todas chanchadas.
Pero los chicos también tienen sus amores, y como son chanchadas, los tienen sin que los grandes se enteren.
Cuando se enteran, algo se rompe, ya sea que los castiguen, ya sea que los ridiculicen, o que los feliciten.
Todos los pasos en falso de los adultos tienen la misma raíz: creen que los chicos estan haciendo cosas de grandes, ignorando el abismo que separa la sensualidad infantil de la adulta. Los niños tienen otros juegos donde imitan a los adultos, mejor dicho imitan las escenas rituales que nosotros llamamos vida.
Uno quiere creer que el secreto de la felicidad indestructible es haber salido indemne de esas interferencias, por suerte o astucia haber podido guardar en secreto esos amores distintos, de una rara torpeza que nunca es tropiezo.
Pero también, qué pobres serían nuestros amores serios si alguien no los hubiera confundido alguna vez con los secretos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario