miércoles, 30 de septiembre de 2020

Llenar el vacío existencial

La filosofía puede andar muy descaminada. Necesariamente, porque seguir las articulaciones del discurso, del pensamiento, la razón, o incluso del álgebra siempre termina en un descalabro. Pero si en algo se han topado los pensadores de toda época de manera unívoca, repetida y contundente, es con la profunda ausencia de finalidades últimas que puedan ser propuestas a la humanidad considerada como un todo, y mucho menos representada por cualquiera de sus encarnaciones singulares.
Los médicos pueden observar que típicamente la sensación de vacío se debe a deshidratación, hipoglucemia o falta de serotonina. Y proponer soluciones prácticas a todas esas condiciones. Hagan la prueba: el agujero negro en el fondo del espíritu humano sigue ahí, porque es a donde conducen todos los hilos.
Sin ese hueco no tenemos literalmente posibilidad de existir como seres pensantes, conscientes, o como dicen ahora (horror) "sintientes". Porque si realmente existiera un punto de apoyo que determine el sentido de todo, la mente no pasaría de ser la pura ejecución de un algoritmo muy complejo.
Nadie que tenga una razón real de ser puede ser alguien. Las razones, si fueran reales, nos destruirían.
Se ha visto pasar, incluso.
Así que en lugar de cerrar ese agujero, hay que llenarlo de cosas: comida, regalos, chistes, canciones, cuerpos, artefactos.
Un lugar lleno no se puede cerrar del todo nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario