miércoles, 9 de septiembre de 2020

Entrevistas laborales

Antes de los años noventas con su veinte por ciento de desempleo, no se conocían las entrevistas laborales.
Estaba el día de prueba, que se cobraba, estaban las recomendaciones, estaban los concursos y actos públicos, donde sólo se toman en cuenta datos objetivos sin relación con la idoneidad.
Las agencias de personal temporario operaban por costumbre, por recomendación de pares y acomodo.
El tema de la inserción laboral se daba como una fatalidad.
Por supuesto nadie añora la fatalidad.
Después vinieron las madrugadas de hacer fila con el diario bajo el brazo, las horas pateando la calle. Y después, para terminar con ese espectáculo degradante, llegaron las CONSULTORAS, como empezaron a llamar a las agencias de empleo.
En lugar de esperar en la vereda para entregar el currículum y responder preguntas más o menos a la moda, se concurre con cita previa, o no tan previa, a una oficina muy moderna para tener una entrevista de lo más distendida y moderna con una profesional impecable que evalúa con técnicas precisas nuestro potencial para encajar en un nicho corporativo.
También aparecieron a partir de los noventas un montón de chiringuitos que supuestamente te preparan para desenvolverte con éxito en esa jungla neolaboral.
Todo es verso, eh.
El único truco infalible para ser seleccionado es representar con éxito el estereotipo de clase buscado. Ese y no otro.
Hay que hacer carne la actitud de que el proceso de selección es bilateral. Hacer muchas preguntas.
Las empresas que no quieren preguntones, son garcas.
No hay que trabajar para garcas en la medida de lo posible. 
Y si se tiene la desgracia de trabajar para ellos, en la primera oportunidad venderlos a la AFIP.
Y avisar de esto en las entrevistas sólo simplifica las cosas.
Simplificar el proceso es todo lo que se puede pedir. Que se pierda menos tiempo.
Al fin y al cabo, no lleva tanto tiempo elegir con quién acostarse: un par de vueltas, una o dos miradas, y ya.
(otro día referimos el acertijo de las monedas, donde se ve que no hacen falta muchos pasos para decidirse)
He oído que algunas empresas están volviendo al viejo sistema de la recomendación por pares.
Brindemos por el retorno de los antiguos mecanismos de consolidación de las clases sociales, a los que tantas novelas clásicas debemos.
Nunca nos dejemos convencer de que les debemos otra cosa.

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