lunes, 28 de septiembre de 2020

Hacer bullicio

Uno de los capítulos memorables de Los Simpsons, ese donde Homero va a la universidad, tiene que pedir ayuda a los nerds más nerds, y termina organizando una hilarante cadena de bromas pesadas que terminan invariablemente mal. a
Todo el capítulo es una cadena de inversiones de sentido, como en el grotesco, heredero del carnaval tradicional, se invierten las cosas. Homero, el ya-no-joven, es el irresponsable, el director toca en una banda, los estudiantes disfrutan sus obligaciones y se fastidian con las diversiones propuestas por Homero.
¿Será así, o será esa la verdad acerca de la diversión? ¿No resulta una carga la gente que quiere agitar todo el tiempo y sacar a los demás de sus rutinas y sus "zonas de confort"? 
Que el carnaval dure unos días al año pudo ser tanto una imposición de los ricos para que los pobres trabajen, o una conquista de los pobres que necesitaban trabajar para vivir y no pueden sostener el ritmo de parranda de los ricos sin perjudicarse.
Seguro que es mucho más fácil hacer bullicio cuando se tiene el ingreso asegurado.
Para el resto es una misión, un desafío, una tarea compleja de recompensa incierta. 

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