lunes, 7 de septiembre de 2020

Mezclar bebidas

Lo sorprendente del mito de que no hay que mezclar bebidas es que haya quien lo suscriba. Que los borrachos se excusen con eso para disimular su falta de control es folklore, y podemos entender que sus parientes les acepten esos chamuyos.
¿No es más nociva, por ejemplo, la moda de los vinos "varietales", esos que se hacen con una sola clase de uva? Miguel Brascó, el de "Pascual Echagüe los mide, Mansilla los mata", llegaba a decir que en muchos casos eso de los varietales era lisa y llanamente un timo, que las bodegas simplemente trataban de sacar un corte regular y le ponían etiqueta de Malbec, Cabernet o Sirah.
Dicho sea de paso, el Sirah es vino picado, pueden conseguirlo dejando al sol una botella de tinto regular.
"Ortigoso" dicen en Chile, donde hasta hace un tiempo era común que cada pequeño terrateniente hiciera su propia vendimia. 
Uno podía parar a comprar una damajuana, y si tenías las cartas de presentación adecuadas, te hacían probar muestras de vasijas horneadas en los tiempos de O'Higgins, mostos puestos a macerar en distintos momentos de la temporada, que van saliendo más o menos maduros, y ahí era cosa de sentarse a cortar un poco de éste con aquél, probar, rectificar, volver a probar, y así hasta terminar con un peludo épico.

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