sábado, 26 de septiembre de 2020

Mirar una película en blanco y negro

A los ocho años ví por primera vez un TV color, uno con control remoto, además. Por supuesto que lo primero que hice fué tocar los controles hasta encontrar la forma de poner la imagen en escala de grises. Después me pasé un rato experimentando variaciones desde el sepia al color saturado, pasando por toda la gama de tonalidades de foto vieja, día nublado o revista de historietas.
Tengo que confesar que al margen de esa manía infantil de buscar lo mismo en lo otro, el blanco y negro en la tele no funciona para nada como en la fotografía. Es sabido que cualquier foto más o menos bien enfocada se vuelve artística pasada a blanco y negro. Con los programas televisivos pasa algo diferente: con poco contraste parecen programas viejos de esos que repetían por décadas, con más contraste se convierten en películas viejas de esas que sólo siguen pasando porque los herederos de los autores tienen cargos en los canales.
Comparativamente, el cine en blanco y negro es mucho más placentero, no se parece en nada a las cosas de todos los días del pasado, ni a las cosas que en el pasado parecían especiales.
Las películas en blanco y negro recuerdan al cine europeo donde por primera vez se veían minas en tetas, gente drogándose y señores en culo.
¿Dije placentero?

No hay comentarios:

Publicar un comentario