domingo, 30 de agosto de 2020

Abrir un portal

No existen universos paralelos, la misma expresión es un contrasentido. Lo que hay es lugares del universo que no están en continuidad con este. Para llegar a esos lugares, y también para ahorrarse algunas continuidades tediosas (el recorrido del 188, por ejemplo) es que se usan los portales "dimensionales".
Claro que de esto nadie habla, y no se va a hablar. Hay un consenso unánime al respecto: la humanidad no es una raza segura para divulgar el uso de este tipo de herramientas. Miren nomás las cagadas que se han mandado contando sólo con la función poética: generaciones enteras arrastradas al abismo de la estupidez por algún irresponsable rimador, un milenio de parejas bailando al son de la prueba de amor, cinco eras de peleas de vecinos con esa historia de nunca acabar del ojo por ojo.
Si los humanos pudieran ir de un lado a otro con el mismo esfuerzo sin importar la distancia, serían un conventillo de siete mil millones de personas.
La última vez que se hizo una prueba unos bromistas se pusieron de acuerdo y conectaron las cloacas de Praga con la oficina de un profesor de secundaria. Por suerte el portal no tenía más de tres milímetros de paso.
Aunque la tecnología es monstruosamente sofisticada y prohibitiva, se opera con facilidad. Por supuesto: si te da la nafta para abrir un agujero de gusano, bien podés hacer una interfaz de control que se opere con órdenes verbales.
Para que se saquen las ganas: sólo tienen que ponerse mirando 34º 25' 16" al Oeste, rodilla izquierda en el suelo, espalda recta, manos en la cabeza y pronunciar con claridad (preferentemente con voz nasal) "Cratón abanicá el castor, tres lucas"
Por diez segundos van a ver qué hay escondido abajo del escudo de Brasilia.
De nada.

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