miércoles, 19 de agosto de 2020

Poner el hombro

¿Vieron que cuando las papas queman nos llaman a poner el hombro? Dejemos de lado el tema consabido de quiénes somos llamados (muchos, no como los elegidos, tres gatos locos). Pensemos para qué se pide que pongamos el hombro: hay que cargar un ataúd como los negritos del video? hay que tirar una puerta abajo? hay que aguantar que alguien venga a llorar?
Lo último parece bastante apropiado.
La cosa es que pongamos, en el sentido de prestemos, no se trata de entregar, como pasa con el culo, ni de meter, como con la pata, las narices o los garfios.
Poner es una actitud a medio camino entre la entrega incondicional, y la penetración imperiosa.
Debe ser por eso que se pide el hombro. Si te piden una mano, ya estamos hablando de favores que hay que retribuir, la mano no es gratis (el culo tampoco). El hombro cumple con aguantar, sólo se sacrifica el tiempo que se pone, a diferencia del pecho, que tiene que recibir las balas que eran para otro.
En el extremo opuesto, pero siempre en la línea de la inmovilidad, estaría poner los huevos sobre la mesa.
Que no es más que exponerlos, demostrativamente: cortárselos nunca se hace a pedido, sino voluntaria y paradójicamente para aliviar algún dolor del alma. 
No está claro qué pasa con el huevo y medio que cuesta cada par de zapatillas, el ojo de la cara se sale, con lo que el tipo ese que los sacaba a propósito debe vivir de arriba.
Ojalá todo se solucionara dejando un pedazo a cuenta. 
El hombro al final te lo devuelven, pero te rompés el lomo.

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