sábado, 22 de agosto de 2020

Estirar el final

Las historias de amor verdaderas acontecen en dos patadas. Todos sabemos que no hay trama que resista la satisfacción de sus protagonistas. Mucho ante de Las Mil y Una Noches, Homero se enfrentó con este problemita y enseñó casi todos los caminos para evitarlo. Inclusive hizo algo no muy acostumbrado, que es darle a sus personajes una vida propia luego del texto: hasta La Odisea, el final de las obras se verificaba por el exterminio de todos sus actores, de donde sacó Robert Graves la idea de que el teatro dramatiza rituales abandonados de sacrificios humanos...
Que no sólo hayamos aceptado que los artistas nos escamoteen los finales reales, que lejos de aceptar el soborno del arte como un premio consuelo por haber renunciado ocasionalmente a las ejecuciones, los autos de fe, los autos chocadores y los videos de JackAss, hemos pasado a la obsecuencia del aplauso, la idolatría y la posteridad hacia quiene hicieron su profesión de estirar los finales.
Se ve que nos pueden hacer gustar de cualquier cosa, a condición de que esté bien contada.

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