domingo, 23 de agosto de 2020

Hacer leña del árbol caído

Desde muy chico aprendí a manejar un hacha de voleo, la técnica es importante en estas cosas, mucho más que la fuerza. Sabía bajar un árbol en minutos, y sabía partir bloques de algarrobo de un golpe. Pero no sabía qué hacer con el árbol entero.
A los dieciséis viajé por primera vez al sur, y cuando pasamos por El Bolsón, acampamos en el terreno de una amiga que tenía su cabaña sobre la falda del "Piltri", el cerro que domina la vista del pueblo.
Llegamos de noche, cenamos y nos acostamos a dormir. A la mañana nos bañamos a manguerazos con agua que bajaba directo de la montaña. Tomé tanto frío que al otro día tiritaba de fiebre.
Sintiéndome para el culo me quedé mientras los demás bajaban al pueblo para visitar la feria y comprar vino.
Deambulando por el campito, encontré el hacha y unos troncos secos listos para hacer leña.
Al principio traté de cortar secciones del tronco, pero la dueña de casa me explicó la forma correcta:
Se para uno con un pie a cada lado del tronco, mirando a la punta, y se clava el hacha en el extremo, una vez y otra, hasta que se raja un poco. Ahí hay que buscar una astilla y embutirla en la rajadura para que no se cierre y seguir golpenado en la misma. Cuando la astilla se sale, se pone otra más gruesa, y se sigue así hasta que todo el tronco se parte al medio.
Después se repite lo mismo con las mitades, y los pedazos van quedando de a poco del tamaño justo para hacer fuego.
Lo mejor de todo fué que transpiré como un caballo y se me pasó la fiebre.
Miren si será bueno hacer leña.

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