domingo, 16 de agosto de 2020

Berretines

Todos tenemos un berretín, por eso el tango nos habla con una voz incómoda. Sospechar que alguien por el sólo hecho de compartir una lengua, una geografía (son inseparables), tenga la osadía de contarle al mundo de nuestras manías de bolsillo, nuestras pasiones de ochava, es más incómodo que visita de parientes ricos. Sabiendo que el berretín es una condición de lo más generalizada, es llamativo que se cultive en casi siempre en secreto, compartiéndose a lo sumo con extraños en bares, o cómplices de alguna travesura.
Quizás no se trata de que uno se avergüence de sus berretines, ni de que sean un tópico especialmente sensible. Tal vez la causa esté en que ellos son sueños relegados, son ideales que la madurez nos hizo dejar para después, o que directamente llegamos a proscribir por vanos, anacrónicos o improductivos,
No nos da vergüenza conservar las reliquias de la ingenuidad, nos da vergüenza haber crecido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario